“El entusiasmo es la participación afectiva en el bien” I.Kant
Soy asociado a Equo, era afiliado a la CGT (lo he dejado cuando esta ha llamado a la abstención), pensaba votar IU y he acabado votando Podemos. Si hablo de mí no es por nada sino porque creo, y sin que sirva de precedente, que soy un reflejo del algo que ha ocurrido, de una forma u otra, en estas elecciones: el salto de la perplejidad al acontecimiento. Si soy todas esas cosas a la vez es porque me niego a enterrar a Equo, no pierdo la esperanza con IU, necesito estar sindicato (después de dejar la CGT me he apuntado, que decían en mi barrio, al SAT), en fin, soy perezoso para la deslealtades con los buenos y no me gustan los entierros ni de los malos. Pero hasta aquí todo personal, curiosidades de quincalla sicológica.
¿Y qué entonces que es lo común? La perplejidad, una perplejidad militante y activa, o una perplejidad despolitizada y pasiva, pero perplejidad. No es ignorancia (no saber) y menos aun indiferencia (no mirar) sino una inquietante sensación de contradicción entre lo que se sabe y lo que se puede, sin llegar a la impotencia pues en parte lo que se sabe depende de lo que se puede. Por eso damos palos de ciego, por eso cambiamos tan pronto de elección, por eso las aparentes contradicciones, por eso la falta de entusiasmo.
A Mainomides le preocupaba y mucho la contradicción entre la fe y la razón, entre lo que sabemos que es verdadero y lo que podemos demostrar que lo es, por eso escribió una Guía para perplejos y eso es lo ha hecho el grupo promotor de Podemos, su propuesta era una guía universal para perplejos. No sabíamos cómo hacerlo, de hecho no .o hicimos, pero si hemos sabido reconocerlo cuando estaba ante nuestros ojos, por eso el éxito de Podemos. Centenares de miles de personas, sin saber explicar muy bien `porque, al final han, hemos, cambiado nuestro voto o han decido votar; este es el acontecimiento.
Alain Badiou define el acontecimiento como una “singularidad universal” , una ruptura de la hegemonía, de la monotonía de la lógica dominante donde coordinación silenciosa y de azar emergen como por milagro. No se trata del efecto del “cisne negro” sino de la aparición sino de la aparición de otro “cisne blanco” distinto, imprevisto. La irrupción del 15M estuvo también el orden del acontecimiento Siempre he soñado con ayudar a la producción de acontecimiento, no ha sido posible pero me lo perdono pues lo intenté. Pero lo que no me perdonaría nunca es no recocerlo cuando lo tenga delante. En este tiempo político estamos en el del acontecimiento. Los que usufructuaron nuestra perplejidad, profesionales de la gestión y de la abstención, deben saberlo sin quieren ser útiles en la nueva etapa. “Todo lo sólido se desvanece en el aire” decía Marx y yo lo veo entusiasmado.