Francisco Garrido. Todo hay que decirlo, Podemos tiene, en el asunto de Echenique y en otros, su parte de responsabilidad política por haber alargado más de la cuenta el discurso de los gestos moralizante. Entiendo que fuera usado, al principio, como rompe hielo en medio un clima de corrupción generalizada; pero no comparto que se le siga dando vida todavía hoy. El moralismo , como las armas de fuego, las carga el diablo. Esa manía , ya cansina, de que los cargos públicos sean medio “carmelitas descalzas». Esa demagogia de los dineros de las dietas donados a los comedores sociales. Yo no quiero políticos pobres sino sociedades ricas y ciudadanos y ciudadanas que durante un tiempo limitado de su vida, la rotatividad de la que tan poco se habla, ocupan cargos públicos con medios dignos.
La corrupción no es nunca una causa sino un síntoma. Hay que combatirla, como a los síntomas, pero ese combate es inútil si se ignoran las causas. No es que la gente vote a los corruptos es que vota en función de otras cosas; de las causas y no de los síntomas. Se votan políticas, con corrupción o sin corrupción, por mucho que algunas conlleven en si misma el virus de la corrupción. En ningún país del mundo, como demuestran numerosos estudios, la corrupción quita o pone gobiernos. Solo a iguales políticas la variable de la corrupción puede ser relevante en las elecciones.
Los discursos políticos centrados exclusivamente en la corrupción más tarde o más temprano, acaban fracasando. El médico no cura porque sea honesto sino por que es médico; es decir, porque tiene un programa científico, una destreza técnica y un entrenamiento experto sobre el cuerpo humano. Pues igual en política. La demanda social es de políticas, no de virtudes. Esto es lo que nos dice una aproximación materialista, no mistificada, de las motivaciones políticas. Puede haber política (intereses) sin virtudes pero no puede haber virtudes sin políticas (intereses). O entendemos esto , o toda nuestra tarea será beatíficamente inútil.
Pasada la “ventana de oportunidad”, Podemos debe reconducir esa fuerza de “regeneración moral” con la que ha irrumpido y que es esencial; hacia el campo de los cambios estructurales en la forma de hacer política, y alejarse definitivamente de los gestos moralistas y ejemplares. Hay tantos cambios normativos e institucionales por hacer para andar entretenido con dietas y coches oficiales. De lo contrario, mañana nos montaran otro escándalo por que Bercanza compró los pañales del niño con dinero de las dietas o Cañamero no pago un café en el bar del congreso. Ellos saben muy bien darnos a tomar nuestro propio jarabe.
probando… ¿sigue la censura?