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Política y comunicación política en Andalucía.

La política, de forma global, tiene al menos cuatro componentes: un proyecto integral de funcionamiento para el conjunto del sistema social, un interacción comunicativa con la sociedad y especialmente con el cuerpo electoral, una organización permanente y la gestión de parcelas significativas de poder

 

En Andalucía, después de más de treinta años de democracia y autonomía, se ha consolidado la hegemonía política de un régimen bipartidista sobre la base de los dos grandes partidos de ámbito estatal, que poseen fuertes estructuras organizativas y comunicacionales y que gestionan importantísimas parcelas de poder pero que apenas muestran su proyecto de organización social ya que durante todos estos años ha estado implícito que el realmente existente era el mejor de los posibles y, por lo tanto, era compartido por ambos.

 

La política se ha reducido a técnicas de marketing para resaltar los éxitos propios y los fracasos del rival en la gestión y en la confrontación en los elementos con una fuerte carga simbólica sobre todo en la esfera de los derechos sociales y civiles, dejando al margen las estructuras básicas del sistema.

 

Sin embargo, la crisis económica (y la consiguiente crisis política) ha puesto en cuestión para amplias capas sociales la racionalidad del propio sistema así como ha evidenciado que los dos viejos (en el sentido de sus alternativas) partidos carecían de elementos de diagnostico y de alternativas a la crisis.

 

En estas circunstancias corrientes ideológicas minoritarias de la izquierda sociológica en Andalucía han aportado al debate esencial de la política (el proyecto de organización social) elementos coincidentes y complementarios a través, por ejemplo, de esta revista. Lo más importante es que se trata de elementos confluyentes que se resaltan los unos a los otros y no una yuxtaposición en contra del sistema (pero a su vez contradictorios entre sí).

 

Nuestra aportación se base en reivindicar el protagonismo de la sociedad y de la naturaleza ocultos por la lógica de la economía dominante (el mercado) y de la política (escenario público del poder público): la existencia de la sociedad andaluza producto de una cultura histórica y de una naturaleza que al menos impone límites al modelo económico interactúan con las clásicas construcciones de la izquierda ideológica que pone el énfasis en las consecuencias de la desigualdad a causa del poder económico (oculto socialmente) y en la alineación. La política, a través del Estado – nación y del adelgazamiento de la participación democrática, habría propiciado un equilibrio entre opinión pública y hegemonía del capitalismo, haciendo invisible para el electorado la existencia del poder económico privado, los límites naturales al desarrollo y fomentando modelos de felicidad acordes con las necesidades del sistema y por lo tanto antisociales y anticulturales.

 

Estas posiciones críticas podrían encontrar apoyo en una parte significativa del electorado pero existen grandes dificultades comunicativas no sólo por la debilidad de los emisores del mensaje sino sobre todo por la situación que el desarrollismo dominante ha propiciado en el electorado y por la propia estructura de los medios de comunicación.

 

En primer lugar, tras la fuerte politización que se produce en la transición democrática, durante los últimos treinta años ha habido una tremenda despolitización social producto de la delegación de la política en la clase política. La consideración de la clase política como problema no es sólo debido a la escandalosa corrupción existente sino, sobre todo, a que ha dejado de solucionar los problemas esenciales tales como el empleo y todas las consecuencias que de deriva de ello: renta, desahucios, etc, frustrando el “contrato” implícita de delegación de las preocupaciones políticas.

 

Además, la hegemonía de la economía de mercado (productivismo, consumismo e individualismo) sobre la sociedad está destruyendo los vínculos y conexiones comunitaristas tanto institucionales, como simbólicas y de solidaridad social produciendo una fuerte subordinación de los individuos frente al poder, ya que se han anulado, en gran parte, los mecanismos de producción autónoma de ideas. Es en este sentido como creo que hay que interpretar la paradoja de que la mayor destrucción de la cultura andaluza en nuestra historia haya tenido lugar justo cuando hemos conseguido la autonomía política.

 

Así, los códigos discursos y racionales, que por ejemplo aportamos para explicar la crisis, apenas son transmitidos socialmente lo que unido a la falta de explicaciones por parte de los partidos tradicionales está ocasionando una gran desorientación que contrasta con la ya larga duración de la crisis. Pero es que además la cultura andaluza, que permite códigos simbólicos y emocionales, se haya, en gran medida, en proceso de fragmentación por lo que dificulta su conexión con la significación política. Igualmente otros códigos productos de culturas políticas de resistencia o bien están en proceso de desaparición o bien no consiguen encontrar un sitio en el imaginario colectivo andaluz.

 

En segundo lugar, el entramo mediático se caracteriza por una fuerte politización partidista de tal forma que a veces parece que más que portavoces oficiosos de los dos partidos tradicionales son éstos los que responden a los intereses de los medios. Además, en Andalucía no se ha consolidado ningún medio de comunicación privado de ámbito andaluz: o son estatales o son locales, lo que muestra la debilidad de la sociedad andaluza. Todo ello en el contexto de que tanto la comunicación política como la ley electoral han convertido a los medios en el elemento determinante de la acción política. El abandona de la calle por los políticos y la subordinación a la lógica clientelar de la mayoría de los líderes sociales, siguiendo todos la misma lógica de intereses, han potenciado aún más el ya casi monopolio de los medios sobre la acción política.

 

Sin embargo, esta realidad que parecía inamovible está en crisis. La cuestión es si la crisis afecta a los responsables, la vieja política, o erosiona al propio sistema democrático. Así, la existencia real de una alternativa en Andalucía con presencia efectiva en la sociedad andaluza no solo sería necesaria para Andalucía sino también buena para la democracia, porque puede ofrecer una salida a favor de la inmensa mayoría.

 

Ahora bien, para que incidamos realmente sobre la sociedad, además de tener muy clara una hoja de ruta que plantea soluciones tanto para las necesidades actuales, ejemplificada en la existencia de un millón de parados, como un modelo de transición hacia una sociedad sostenible, hay que tener una clara comprensión de las necesidades de adaptación comunicativa a la realidad andaluza.

 

Adelanto algunas de las cuestiones que parecen claves son:

a)     Adaptarse al lenguaje visual que ha impuesto la comunicación televisiva.

b)    Ofrecer un modelo sencillo de la explicación de la crisis y de nuestra alternativa. Hay que tener en cuenta que el paradigma económico dominante en la izquierda sociológica es el keynesiano y que éste tiene una lógica desarrollista.

c)      Elaborar  y buscar consenso social sobre los las cuestiones esenciales.

d)    Restaurar el pacto de solidaridad social con los que más necesitan ayuda.

e)     Ofrecer instrumentos informativos y formativos directos.

f)      Interpretar la comunicación no solo como un lenguaje racional sino también sentimental y simbólico en el contexto cultural andaluz. Hace falta mucha flexibilidad ya que nuestros códigos colectivos se han fracturo mucho en los últimos tiempos.

g)     Utilizar los nuevos mecanismos de comunicación que ofrece la red, mucho menos centralizados que los tradicionales.

h)     Y sobre todo escuchar, abrir espacios participativos y contrastar nuestras propuestas con la opinión pública.

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