Francisco Garrido. La resignificación que las elites neoliberales (derecha conservadora y el socialiberales) ha hecho del término “populismo” es el mejor ejemplo del populismo conservador. Ha construido un fantasma conceptual, indefinible, asociado primariamente a la extrema derecha racista pero cuyo objetivo político es bloquear el ascenso de la izquierda. De esta manera consigue movilizar todo el asco moral que despierta el fascismo contra los los antifascista reales. ¿Hay algún ejemplo mejor de populismo?
Escribieron Horkheimer y Adorno, miembros destacados de la escuela de Frankfurt, en un inquietante texto que se titulaba La dialéctica de la ilustración; “en política todo lo que no es teología es negocio”. Esta idea podíamos reformularla aplicándola a la acción política democrática de masas de tal modo que vinera a decir: “en la política democráticas todo lo que no sea populismo es negocio”. que no es populismo es negocio”, o sea clientelismo y mafia. El popularismo es algo asociado inicialmente a la irrupción de las masas en la política y por tanto a la república y la democracia. Las élites, las oligarquía y las clases dirigentes siempre ha sido reacias a el aunque hayan acabado siendo las que más brutalmente lo han usado. Pero no es un dispositivo que les resulte natural y grato.
Por el contrario para la izquierda democrática el populismo ha sido un recurso imprescindible. Para la acción colectiva de masas hacen falta fuertes incentivos emocionales e ideológicos abstractos ( o encarnados en líderrs y símbolos) que contrapesen los costes individuales inmediatos y materiales que la acción colectiva conlleva. Y esto es especialmente aplicable para la acción colectiva revolucionara o transformadora donde los beneficios individuales e inmediatos deben quedar suspendidos y sustituidos por motivaciones altruistas intrínsecas.
Dse una perspectiva evolucionista el populismo es un dispositivo de información y activación de las motivación altruistas de selección de multinivel, el tipo más sofisticado de conducta altruista de nuestra especie a criterio de Nowak o Wilson. En sociedades complejas como las nuestras y en encrucijadas críticas como la actual, el dispositivo populista es imprescindible para la izquierda. Por eso las elites neoliberales se empeñan en ese doble juego de criminalizar , resignificando, el término populismo , por un lado, y de usar intensivamente el concepto por otro; incuso en la estrategia misma de criminalización la expresión “populismo”. Esto explica que exista un populism o conservador como reacción al populismo democrático.
Las elites y las clases dominantes no necesitan de estímulos abstractos para movilizar conductas altruistas por que no tienen ninguna motivación altruista; pero si lo necesitan para estimular conductas altruistas de grupo que desembocan en el racismo. El altruismo proveniente de la selección de multinivel ( todo por el colectivo) está también en la base de las conductas racistas más irracionales. Y esto es lo que sirve al populismo conservador movilizar lo mejor (altruismo; el nosotros, la cooperación) para lo peor (racismo, competencia, guerra). La motivaciones altruistas de nuestra conductas tienen esta plasticidad adaptativa que puede ser rediseñada por mecanismos institucionales e ideológicos hacia fines contradictorios.
La derecha aprovecha esta plasticidad del altruismo de selección multinivel y las brumas ideológicas, ruido, que genera la suspensión de los motivaciones inmediatas,para hacer valer alternativas políticas irracionales que en lo concreto nadie aceptaría. Mucha gente que vota y apoya a opciones políticas xenófobas luego en la vida cotoidna del barrio o del centro de trabajo se llevan de maravillas con el musulmán concreto o el homosexual concreto con el que convive. Son esos que usan esos argumentan que escuchamos tantas veces de: “ es que Ahmed no es como los moros“, o “es que Ángel no es una loca”. Es decir, el «otro concreto» no coincide con el “otro abstracto” que ha construido el discurso xenobo para movilizar políticamente.
Por eso la izquierda en este “momento populista” que diría Laclau, necesita volver a poner el contador ideológico a cero y partir de lo concreto y de las contradicciones inmediatas. Volver a recuperar eso que el marxismo llamaba el “abstracto concreto” de la lucha de clases: el precariado, los abusos laborales, la corrupción estructural, mafiosa, de las elites, la miseria de la vida cotidiana en el trabajo o en el barrio, , los micro machismos, el sufrimiento de el miembro silencioso de la clase obrera que son los animales, el envenenamiento masivo en la comida y el aire, los golpes de Estado de laboratorio de la industria química…. En fin politizar la vida cotidiana como brújula ideológica para no perderse en las brumas que el populismo conservador ha montado para convencernos de que no hay otro populismo que el de ellos.