Ha saltado a la opinión pública la carta viral de un grupo de niños y niñas del CEIP Pablo VI de Sevilla en la que piden, casi suplican, que pongan aire acondicionado en su colegio porque están pasando mucha calor y esto les afecta al rendimiento escolar. «Las horas se nos hacen inagotables de tanto sufrimiento», dicen. Y terminan con un simpático destacado, «CON ESTA CALOR NO PODEMOS SACAR MATRÍCULA DE HONOR».
El asunto se ha hecho tan viral que la consejera de Educación, Adelaida García de la Calle, intervino públicamente propiendo que la solución pasaba por unos toldos, algo más de aislamiento y un poco de sombra. Bien.
El cambio climático está aquí, en Andalucía, quedándose de lleno. Afecta a la productividad agraria, industrial y del resto de sectores económicos, a la salud ciudadana y a la naturaleza, y a muchas más cosas. A la vida en la comunidad escolar, por supuesto.
Los inviernos son cortos, las primaveras y los otoños repentinos e imprevisibles, los veranos lárgamente tediosos. Las épocas y episodios de calor intenso se solapan con el calendario escolar en periodos mucho más largos y con más horas diarias de calor sofocante.
Los niños piden lo que ven, chismes de aire acondicinado, ante la ocultación tecnológica y académica de otras posibilidades menos dañinas al medio ambiente y muchos más eficientes desde el punto de vista energético y económico. Todo el mundo sabe lo que cuesta, yendo a más, pagar la factura de la luz.
Decenios de falta de atención a la calidad constructiva climática de las edificaciones públicas y privadas, decenios de fiar el confor interno y externo de las edificaciones a “parcheos” posteriores con costosos aparatos de aire acondicionado y calefacción que consumen mucha energía fósil, han acabado por cerrar un círculo asfixiante.
Para afrontar el problema en el ámbito educativo, basta mirar primero a nuestra arquitectura popular y vernácula. Siglos de historia constructiva pueden indicarnos multitud de técnicas pasivas (no consumen energía) para mejorar el ambiente interior en las edificaciones. Mirar la historia de la arquitectura popular andaluza en cada zona, ya de mar, ya de sierra, ya urbana ya rural, e indagar y proponer nuevas soluciones con viejas o nuevas técnicas, combinándolas con el uso de energías renovables, para rehabilitar y mejorar la sensación térmica en nuestrso centros educativos habría de hacerse ley.
Creo que la comunidad educativa, o sea, todo el mundo, deberíamos reclamar una ley, dotada presupuestariamente, de acondicionamiento bioclimático y renovable en los centros educativos públicos. Afectaría al empleo en el sector de la industria y la cosntrucción, a la innovación tecnológica, a la investigación y, como dicen los niños y niñas del CEIP Pablo VI a no agobierse y sacar las notas que «tenemos habitualmente».
@marioortega