José Pedro Cabello del Valle | Últimamente, el gobierno andaluz, falto de rumbo y de ideas ante las cifras escalofriantes del paro en nuestra tierra, toma caminos ya andados y cuyo final resultan conocidos, con la idea de dar la imagen de querer reducir esas largas colas de personas que diariamente luchan por encontrar un puesto de trabajo que les permita vivir de una forma digna.
Una de esas ideas, es la reactivación de la minería metálica en las comarcas de Huelva y Sevilla, principalmente, aunque también existen proyectos en Granada. Pero realmente, ¿puede ser la minería extensiva un eje del desarrollo andaluz?, ¿hemos aprendido algo con el desastre de Aznalcóllar del año 1998?. En mi opinión, para empezar, quisiera aclarar que no todo es malo, ya que la materia prima mineral es necesaria para el desarrollo social, pero tampoco todo es bueno, es decir, que poco hemos aprendido sobre las enseñanzas que la experiencia nos ha dado sobre el qué puede hacer este sector, no sólo para mejorar las condiciones de vida de los andaluces y andaluzas, sino para la mejora del tejido productivo en general.
A favor de este sector, principalmente tenemos el argumento del empleo, lo cual, aunque aparentemente es incuestionable, si nos paramos a analizarlo más detenidamente, observamos que no todo es oro lo que reluce. Cuando en abril de 1998 se rompió la balsa, que tuvo como primera consecuencia, la eliminación de más de 400 empleos directos y al menos otros 200 indirectos, así como, para el resto de la comarca y área de influencia, tuvimos más de 4.600 ha de tierras contaminadas, así como la eliminación con ello de unas 2.632 ha de su uso agrícola, lo que a su vez también eliminó numerosos puestos de trabajo, a los cuales, nadie cita cuando hablamos del desempleo. La administración andaluza, como medida de emergencia para la limpieza y descontaminación de la zona afectada, tuvo que realizar un gasto de unos 165 millones de euros, 395 millones según fuentes ecologistas, empleándose para ello a unas 868 personas de toda la comarca afectada, lo que significa, que “gracias” al desastre, se emplearon más personas que las que perdieron su empleo por el mismo, luego, podremos decir, “¿bendito desastre?”, evidentemente, esto sería una locura y a nadie se le ocurriría, lógicamente, sin contar los costes por accidentes laborales, enfermedades profesionales, etc., etc.
Hagamos un ejercicio de abstracción, ¿qué hubiera pasado si en vez de haber sucedido la rotura, se hubiera pagado 1500 euros netos (2700 euros de coste total aproximadamente)?, entonces, se podría haber podido contratar durante 12 años y medio a los 400 trabajadores, sin necesidad de haber sucedido los hechos que sucedieron. También, en vez de con el empleo, podríamos hacerlo que otras infraestructuras, sanitarias o educacionales, como ejemplo, la construcción del Hospital Comarcal de Ronda, tuvo un presupuesto de 43 millones de euros, lo que equivaldría a que con el coste declarado por la administración andaluza, se podrían haber construido cerca de 4 hospitales iguales en nuestra tierra, o si por ejemplo, tratamos de los educacionales, tenemos que un instituto para la ESO, viene a costar unos 4,4 millones de euros, luego, con eso montante total, se podrían haber construido unos 37 centros de educación secundaria en Andalucía. Evidentemente, todas estas construcciones, también crean empleo y valor añadido.
¿Son estos últimos supuestos locuras?, si así lo fuera, ¿más o menos locura que permitir que una instalación potencialmente contaminante siga funcionando?