Que no se olvide nunca

Raúl Solís | El Tribunal Constitucional avalará el matrimonio igualitario que el PP tenía recurrido por ir contra su moral ultraconservadora y discriminatoria.  De que pasen unos años, no lo dudéis, la derecha española será más pro-matrimonio igualitario que nadie. Se atreverá incluso, tampoco lo dudéis, a dar lecciones de igualdad. Su homofobia la disfrazará de tolerancia en unos pocos años y se erigirá como defensora de la libertad sexual. Lo han hecho con todos los avances sociales a los que se opusieron y no será menos con la ley que permite la libertad de amar.

Lo menos importante de esta ley es que permita el matrimonio civil. Esta ley contribuirá a que la homofobia deje de ser el deporte nacional. Ayudará a que los niños y niñas, que desde  su niñez se sientan atraídos emocional y sexualmente por personas de su mismo sexo, no vuelvan a sufrir la soledad de saberse distintos y tengan que recurrir al autoexilio para desarrollar su personalidad en coherencia con su alma.

El recurso del PP tenía recurridas las vidas de miles y miles de hombres y mujeres que sufrieron la violencia de la dictadura con toda su virulencia.  La derecha española  no tendrá tiempo suficiente para resarcir a las personas homosexuales de la crueldad con la que los azotó.

Marcela no encontrará tiempo ni perdón que le permitan recuperar la juventud que vivió escondida por miedo a la mano dura de su padre. Ni podrá olvidar que el PP la llamó “enferma” o comparara el amor que siente hacia su pareja de toda la vida con la zoofilia. Tampoco podrá olvidar Inocencio las palizas que le dio la Brigada Político Policial durante el tardofranquismo.

Inocencio no recuperará nunca a su padre, que lo echó de casa tras enterarse de que su hijo tenía una relación con otro hombre. No habrá perdón que elimine los ocho intentos de suicidios que   provocaron en Joaquín la homofobia interiorizada durante los años que permaneció internado en un centro educativo católico.

El aval del Constitucional posibilita que ningún niño vuelva a considerar la homosexualidad como la peor de todas las enfermedades, aunque  no esfuma el daño histórico que han causado los actos de odio contra los homosexuales. De que pasen unos años, no muchos, la derecha se afanará para que olvidemos que protagonizó la primera manifestación de la democracia española que defendía arrebatar derechos humanos a una parte de la población,  a la que insultaron con toda su potencia maligna, que es mucha.

Por mucha penitencia y perdones que pida el PP, no debemos olvidar nunca el alto coste emocional que ha tenido este recurso infame sobre miles de familias con sus vidas recurridas. El paso del tiempo no puede convertirnos en amnésicos y la derecha cañí debe pasar a la historia como los cómplices de los ocho intentos de suicidio de Joaquín, del  exilio forzoso de Inocencio, del abandono escolar por la persecución homofóbica que padeció Ana o que a Maribel y María las confundieran con un par de piezas de frutas. Que no se nos olvide  jamás que lo único ilegal es la homofobia y el odio contra el diferente y que la derecha hizo de la homofobia el núcleo de su discurso político. A mí no se me olvidará en la vida.