@RaulSolisEU | ¿Quién hubiera hablado de violencia de género en el debate electoral catalán de no haber sido por el candidato de los ‘comunes’ Xavier Domènech? ¿Quién de desahucios? ¿Quién de pobreza energética? ¿Quién de la necesidad de reforzar los convenios colectivos y proteger los derechos de los trabajadores? ¿Quién hubiera hablado del 40% de catalanes que viven peor que sus padres? ¿Quién hubiera hablado de los pobres a los que tapan las banderas cuatribarrada y rojigualda?
¿Quién hubiera recordado a los 50.000 jóvenes que han abandonado la universidad catalana por la subida de tasas del candidato número seis de la lista de ERC? ¿Quién hubiera recordado que Ciudadanos intenta conseguir el voto de Nou Barris para luego gobernar a favor de los ricos de Pedralbes?
¿Quién le hubiera puesto alma al festival de vísceras y banderas del ‘prúces’? Nadie. Si los comunes no hubiesen estado ayer en el debate, los problemas reales de la gente sencilla de Cataluña no hubieran hecho acto de presencia. Nadie hubiera hablado de Noelia, una andaluza de 25 años emigrada a Cataluña que tiene varios trabajos para alcanzar los escasos 1.000 euros con los que paga 600 por una habitación?
Nadie hubiera hablado de Montserrat, una mujer víctima de violencia de género que ahora vive con su hijo en un apartamento de 40 metros en el área metropolitana de Barcelona porque se ha quedado sin nada y no encuentra un empleo digno con un salario decente para darle a su hijo mejores oportunidades; nadie hubiese hablado de Marina, una catalana nacida en Colombia que limpia 25 habitaciones al día en un hotel al lado de la Sagrada Familia, por lo que cobra la miseria de 600 euros al mes.
¿Quién hubiera recordado a las 200.000 familias que no tienen nada? ¿Quién a las 500.000 personas trabajadoras que ni teniendo un contrato salen de la pobreza? ¿Quién al 30% de jóvenes catalanes que vive en el helador umbral de la pobreza y la exclusión social tras una gestión de la crisis en la que la derecha independentista del PDCAT ha votado las mismas leyes de empobrecimiento que la derecha españolista del PP?
¿Quién hubiera hablado de la independencia de los pobres en medio de un debate en el que todos quieren seguir ondeando sus respectivas banderas para no izar la de la gente sencilla? Los comunes de Xavier Domènech es la opción que más difícil lo tiene, porque va a contracorriente y no tiene medios de comunicación en propiedad ni grandes empresas que le financien; son los únicos que no tienen ejército en esta batalla de vísceras nacionalistas a un lado y otro del Ebro.
Es la única opción política que no tiene eslóganes ni palabras gruesas sobre el ‘prúces’, pero son los más necesarios porque su nacionalismo, el humanismo, es el único que merece la pena, se hable en la lengua que se hable o se viva en el rincón del mundo que se viva. La pobreza y la desigualdad es igual de insoportable en todos los lugares del mundo y su silencio es igual de estruendoso, se hable en catalán, occitano, castellano o bielorruso.
Menos mal que anoche estaba Xavier Domènech para seguir soñando con que a la política todavía le queda algo de poesía y sentido común. Qué triste sería que no existiese un espacio político como el de los ‘comunes’, capaz de hablar de lo importante sin insultar la inteligencia y las necesidades de la gente sencilla, aunque no dé votos, aunque no aumente la venta de banderas y aunque no conmueva de gozo a las masas enfervorecidas de uno y otro ejército nacionalista.