El próximo 25 de mayo celebramos de nuevo elecciones para elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Será la VIII Legislatura europea (2014-2019). Las primeras elecciones europeas se celebraron en 1979. A partir de las elecciones de mayo de 2014, el Parlamento Europeo tendrá 751 europarlamentario/as, distribuidos entre los 28 actuales Estados de la UE, en función de su población. Con la incorporación de Croacia el 1 de julio de 2013, son ya 28 los Estados que conforman la actual Unión Europea, más de 500 millones de habitantes (en torno a 380 con derecho a voto).
Votamos pues la elección de nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Una cámara legislativa algo especial y con déficit democrático, pues, a diferencia de cualquier parlamento, la cámara de Estrasburgo no tiene capacidad de iniciativa legislativa, es la Comisión Europea (con un comisario/a por cada Estado) la institución que tiene el monopolio de la propuesta legislativa (reglamentos y directivas).
Además, el Parlamento ha de tomar las decisiones (en base a esas propuestas de la Comisión Europea) en “codecisión” con el Consejo de Ministros de la Unión Europea, que está compuesto por los ministro/as del ramo de los 28 Estados. No es, pues, el Parlamento Europeo plenamente soberano en su desarrollo democrático, en su quehacer legislativo. Entiendo que este elemento es uno de los que tendrían que ser modificado.
En cambio, el Parlamento sí tiene funciones de control democrático sobre la Comisión Europea, pues, tiene que dar el visto bueno a la composición de la Comisión Europea y puede aprobar su moción de censura. El europarlamento también tiene una función importante en la aprobación y supervisión de ejecución del Presupuesto General de la Unión Europea.
Hechas estas consideraciones previas sobre la naturaleza jurídica y competencial del Parlamento Europeo, sí considero muy importante nuestra participación en las elecciones europeas del 25 de mayo. Realmente nos jugamos qué modelo de Europa queremos, a pesar de esos déficits democráticos actuales del Parlamento que deberían ser superados hacia un europarlamento plenamente democrático y soberano.
Realmente, el próximo 25 de mayo hemos de elegir si queremos una Europa de los mercaderes, de la mera libre circulación de mercancías y capitales, del Euro, del Banco Central Europeo y la austeridad, de la insolidaridad entre las regiones ricas del centro-norte de Europa con las pobres del sur y este, una Europa de indiferencia con los 26 millones de personas en desempleo que hay actualmente en la UE.
O más bien, como apostamos desde otra perspectiva social y ciudadana, queremos una Europa de la democracia y de los derechos humanos, una Europa social y de la ciudadanía, de la cohesión territorial entre regiones ricas y pobres, una Europa de la protección del medio ambiente, de la solidaridad con los países pobres, por una Europa que defienda el derecho a un trabajo digno, una Europa de la integración de las minorías, y de la educación y la cultura.
Esta es la Europa por la que apuesto, y por eso iré a votar el 25 de mayo, para reforzar la idea de una Europa social y de la ciudadanía, de la integración, de la solidaridad. Una Europa plenamente democrática y que trabaje por la participación cada vez mayor de la ciudadanía en los asuntos europeos. Una Europa que se preocupe por los problemas reales de la ciudadanía europea.
Ángel B. Gómez Puerto (Córdoba). http://gomezpuerto.blogspot.com.es