El destape de la corrupción generalizada en el Partido Popular es un torpedo en la línea de flotación de un barco que ya se estaba hundiendo. El año 2012 arroja un balance tan negativo para el gobierno que cualquier equipo con un mínimo de sensibilidad democrática ya habría pedido perdón a la ciudadanía y se abría ido. Por sólo recordar algunos datos, el paro casi ha llegado a los 6 millones de personas, el PIB ha descendido en –1,37%, hemos perdido prestigio y peso en Europa, el sistema territorial se descompone y el sistema institucional, con la monarquía a la cabeza, provoca indignación e incluso sarcasmo. Los derechos sociales y laborales están siendo destruido precisamente por aquellos que se aprovechan y se enriquecen de las privatizaciones y de la opacidad de las actuaciones políticas, mientras una gran parte de la población apenas si puede buscarse el sustento diario y defender su vivienda. Las pequeñas empresas siguen cerrando ante la escasez de crédito y la caída del consumo por la bajada generalizada de la renta per cápita. Según datos de la UE, España ha perdido en un año un 10% del PIB per cápita. Incluso quieren arrasar lo que queda de valioso en el territorio como es el caso de Doñana ¡extracciones y almacenamiento de gas en Doñana¡ ¡Han perdido la cabeza¡¡
El abandono a su suerte de las clases populares y medias mientras que se rescatan bancos y se ayudan a las grandes empresas que, a su vez, responden colocando a los exdirigentes políticos se une a las abrumadoras noticias de corrupción en las que están inmersas personas pertenecientes a todas las élites del estado, económicas, políticas y de la aristocracia.
Pues bien, en este contexto aparecen enfangados en sobresueldos, fraude a hacienda y contabilidades paralelas toda la cúpula del PP e incluso el mismo presidente Rajoy. ¡Ya está bien¡ O dimite o van a arrasar las instituciones democráticas desde sus propias raíces.
Además, el PSOE no es la alternativa. Sigue la estela de Zapatero: ambigüedad, doble lenguaje, connivencia con los poderes económicos y falta de alternativas con lo que provoca una desconfianza incluso mayor que la que provoca el PP, lo cual es ya de por si inimaginable. Según el sondeo de Metroscopia del mes de enero, entre ambos apenas superaban el 50% de la intención de votos, lo que significa que el bipartidismo ha muerto.
Pero en democracia no puede haber vacíos. Es imprescindible que una nueva izquierda tome el relevo y asume el reto de gobernar el Estado para emprender las verdaderas reformas que hacen falta: nuevo modelo económico sostenible y nueva institucionalidad democrática incluyendo una nueva Constitución que garantice los derechos sociales e integre a los estatutos de Autonomía como expresión de la cosoberanía junto al Estado y la UE. El modelo de Italia es muy cercano: primarias abiertas y unidad y renovación de la izquierda desde el pluralismo ideológico y territorial. Ellos no pueden seguir gobernando.
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