Antonio Aguilera.Pico al viento.
En la manifestación del pasado sábado pudieron verse pancartas que apostaban por un referéndum acerca de la petición de rescates económicos a Europa por parte del estado español.
La convocatoria de un referéndum de ese estilo y con ese propósito, habría de tener una fórmula bastante sencilla. Que el ciudadano se decantase por decir SI o decir NO. Que libremente se expresase la opinión sobre si se considera oportuno pedir ayuda económica a otros estados miembros de la UE para salvar la situación de tensión económica que actualmente está sufriendo este país, bueno, los ciudadanos y empresas de este país.
El posicionamiento de cada partido, de cada organización ante dicho eventual referéndum, pasaría porque cada dirigente explicase las razones por las que solicita el voto a favor o en contra, pedir la abstención es sinónimo de ignorancia.
Pero antes que eso, sería necesaria una amplia pedagogía que nos llevase a conocer las causas por las que se pide ese rescate y las consecuencias que nos ocasionaría, tanto si se pide como si no se pide. En realidad es un tema de un profundo alcance, estamos hablando del tipo de futuro que deseamos para este país para los próximos muchos años.
Por sentido común, y porque así han respaldado las políticas y acciones de los dos últimos gobiernos de España (primero uno del PSOE y en estos momentos uno del PP), los dos grandes partidos deben de pedir el SI, al igual que sus socios más o menos habituales de gobierno, para eso llevan defendiendo en España las tesis neoliberales que nos han traído hasta aquí.
Y, en contraposición, todo un batallón de partidos minoritarios y otras organizaciones afines pedirán el NO como vía de mostrar su rechazo a las políticas gubernamentales e intentando con ello obtener algo de rédito social.
Los solicitantes del referéndum, pretenden, como objetivo interno de la convocatoria, que se evidencie el rechazo social a las políticas que está aplicando el gobierno, y ante esa convencimiento, solicitar a continuación el adelanto de las elecciones. Ese es el fin último perseguido, la convocatoria de referéndum es en realidad sólo un vehículo intermedio.
No, no tiene más sentido que el desgaste social una convocatoria de ese tipo, marear al ciudadano, agotar los ánimos y malgastar un tiempo valioso. Cada uno debe hacer sus deberes y asumir sus responsabilidades.
Cada partido debe desde ya, en realidad ya deberían haberlo hecho todos, tomar su posición a favor o en contra de un eventual rescate, haciendo pedagogía a sus seguidores y afiliados y explicando el por qué de su posición, e incluso, si es capaz, ofrecer alternativas, las opciones que pondría encima de la mesa en caso de que pudiese llevarlas a cabo.
Y de otro lado, el gobierno, en el momento de solicitar el rescate debe presentar su dimisión y la convocatoria de elecciones pues el mismo hará desembarcar a los famosos hombres de negro, esos que llevan el procesador de cálculo, el código mercantil y jurídico y los cuatro idiomas incorporados de serie. Esos tecnócratas enviados por Bruselas ejercerán de facto el poder sin dejar margen de maniobra al político, que quedará sólo para poner la cara, para entonces, el bastón de mando estará ya a buen recaudo en algún banco alemán.
En cualquiera de los casos, la realidad es muy más intensa y dura de lo que nos gusta imaginar, la inminencia del rescate no da lugar a convocatorias, y los que deciden, en realidad ya lo han hecho, no necesitan al pueblo para ello, ahora sólo esperan el momento oportuno para escenificarlo