Hoy publico este artículo en El Correo de Andalucía Concha Caballero
«La sombra de Obama planeaba sobre el debate parlamentario de esta semana en la cámara andaluza: todos querían imprimir un toque de sinceridad y de unidad a su discurso. El Presidente de la Junta reconoció, por primera vez, la gravedad de la crisis y los tiempos sombríos en los que vivimos. Por su parte, el señor Arenas contenía a duras penas su confrontación personal, y se ofrecía arrimar el hombro. Pero fuera de la cámara no había un público ilusionado y expectante, sino andaluces cansados, escépticos, que esperan poco de la política. Las cosas han cambiado a una velocidad de vértigo. En menos de un año hemos pasado de la promesa del pleno empleo a la previsión de un millón de parados; de una disponibilidad infinita de crédito a unos bancos cuyas ventanillas están abiertas pero sus arcas cerradas; de un crecimiento desbocado a una recesión sin expectativas; de una crisis financiera limitada a una crisis global que afecta a los mercados, a la producción, el uso de los recursos naturales y la disponibilidad alimentaria.Ante algo nuevo, sin precedentes en la historia reciente, no se puede responder con las viejas recetas, los mismos discursos políticos, idénticas palabras. No es posible, ni siquiera deseable, volver al crecimiento desmesurado de estos últimos quince años. Todo el mundo lo sabe.No es un catálogo de medidas dispersas lo que puede detener la crisis y devolver la ilusión a los andaluces. No se trata tampoco –como apunta la derecha– de gestionar mejor la administración pública ni, mucho menos, de bajar los impuestos y exportar la ruina privada a las arcas públicas. Sólo un cambio en profundidad del modelo económico andaluz puede operar el milagro. Las viejas recetas están demostrando no ser siquiera paliativas y hacen perder un tiempo precioso para la recuperación. Valgan dos ejemplos: los avales a los bancos no hacen circular el dinero hacia la sociedad y se utilizan para consolidar el balance bancario. En cuanto a los ocho mil millones en obras extraordinarias para los ayuntamientos, una vez invertidos –por cierto en un sector sin presencia alguna de mujeres– no consolidarán ni un puesto de trabajo ni nuevos servicios para la comunidad. Se puede, sin embargo, convertir la crisis en una oportunidad para cambiar el signo de la economía andaluza. La respuesta, puede provenir de los sectores hasta ahora marginales del modelo económico: la ecología y el desarrollo social. Si los ciento veinte mil millones de euros en avales a la banca, se hubieran empleado para avalar energías renovables, reciclaje de materiales y todo lo que se conoce como “trabajo verde”, se crearían miles de puestos de trabajo que apuntarían, además, a un nuevo modelo económico. Si los ocho mil millones de euros a los ayuntamientos –que se van a dedicar en su mayoría a obras superfluas– se dedicase a crear una verdadera red de servicios sociales en cada municipio, se crearía bienestar y empleo de calidad.No se puede abordar una crisis estructural con medidas coyunturales. Eso es sólo esperar que la inercia de los tiempos solucione la crisis económica. Y no nos engañemos, aunque la actual crisis económica sea de origen internacional, el foso de la caída se ha excavado con las manos andaluzas que han apostado alegremente por un crecimiento urbanístico desproporcionado y han desdeñado trazar un modelo económico sostenible, social y productivo.»
«La sombra de Obama planeaba sobre el debate parlamentario de esta semana en la cámara andaluza: todos querían imprimir un toque de sinceridad y de unidad a su discurso. El Presidente de la Junta reconoció, por primera vez, la gravedad de la crisis y los tiempos sombríos en los que vivimos. Por su parte, el señor Arenas contenía a duras penas su confrontación personal, y se ofrecía arrimar el hombro. Pero fuera de la cámara no había un público ilusionado y expectante, sino andaluces cansados, escépticos, que esperan poco de la política. Las cosas han cambiado a una velocidad de vértigo. En menos de un año hemos pasado de la promesa del pleno empleo a la previsión de un millón de parados; de una disponibilidad infinita de crédito a unos bancos cuyas ventanillas están abiertas pero sus arcas cerradas; de un crecimiento desbocado a una recesión sin expectativas; de una crisis financiera limitada a una crisis global que afecta a los mercados, a la producción, el uso de los recursos naturales y la disponibilidad alimentaria.Ante algo nuevo, sin precedentes en la historia reciente, no se puede responder con las viejas recetas, los mismos discursos políticos, idénticas palabras. No es posible, ni siquiera deseable, volver al crecimiento desmesurado de estos últimos quince años. Todo el mundo lo sabe.No es un catálogo de medidas dispersas lo que puede detener la crisis y devolver la ilusión a los andaluces. No se trata tampoco –como apunta la derecha– de gestionar mejor la administración pública ni, mucho menos, de bajar los impuestos y exportar la ruina privada a las arcas públicas. Sólo un cambio en profundidad del modelo económico andaluz puede operar el milagro. Las viejas recetas están demostrando no ser siquiera paliativas y hacen perder un tiempo precioso para la recuperación. Valgan dos ejemplos: los avales a los bancos no hacen circular el dinero hacia la sociedad y se utilizan para consolidar el balance bancario. En cuanto a los ocho mil millones en obras extraordinarias para los ayuntamientos, una vez invertidos –por cierto en un sector sin presencia alguna de mujeres– no consolidarán ni un puesto de trabajo ni nuevos servicios para la comunidad. Se puede, sin embargo, convertir la crisis en una oportunidad para cambiar el signo de la economía andaluza. La respuesta, puede provenir de los sectores hasta ahora marginales del modelo económico: la ecología y el desarrollo social. Si los ciento veinte mil millones de euros en avales a la banca, se hubieran empleado para avalar energías renovables, reciclaje de materiales y todo lo que se conoce como “trabajo verde”, se crearían miles de puestos de trabajo que apuntarían, además, a un nuevo modelo económico. Si los ocho mil millones de euros a los ayuntamientos –que se van a dedicar en su mayoría a obras superfluas– se dedicase a crear una verdadera red de servicios sociales en cada municipio, se crearía bienestar y empleo de calidad.No se puede abordar una crisis estructural con medidas coyunturales. Eso es sólo esperar que la inercia de los tiempos solucione la crisis económica. Y no nos engañemos, aunque la actual crisis económica sea de origen internacional, el foso de la caída se ha excavado con las manos andaluzas que han apostado alegremente por un crecimiento urbanístico desproporcionado y han desdeñado trazar un modelo económico sostenible, social y productivo.»