Ningún movimiento social y político está actuando contra las causas de la multi-crisis en la que vivimos como el movimiento ecologista. Desde hace años cientos de personas y organizaciones se enfrentan en todo el mundo a los problemas socio-ecológicos con un grado de eficacia creciente y en algunos casos determinante. Ello está generando una atención cada vez mayor de los servicios de seguridad nacionales e internacionales sobre los ecologistas, tanto las personas como las organizaciones. En vez de ocuparse de los problemas y de quienes los causan, parece más interesante para los gobiernos seguir y perseguir a los que los combaten. Hace sólo unos días el diario británico The Guardian contaba la historia de Mark Kennedy, un policía infiltrado en un grupo ecologista británico que arrastró la detención de 116 activistas que iban a protestar contra una central térmica. El arrepentimiento del polícía, tras su descubrimiento por los ecologistas, ha evitado que se consumase la condena contra todos esos activistas, pero ha puesto de manifiesto un problema mucho más profundo: la absurda persecución secreta del ecologismo.
Resulta que el policia Mark costaba al estado unos 300.000 Euros al año. Seguro que es mucho más que todo el presupuesto del grupo ecologista que perseguía. Tenía un vehículo que era el mejor del que disponían los ecologistas, por lo que se valieron de él durante años, y así sucesivamente. ¿Cómo puede justificarse el gasto tan alto para perseguir a un puñado de activistas?
En mi opinión, seguramente el caso de Mark es sólo la punta del iceberg. Si se gastan esa cantidad en un pequeño grupo ecologista, ¿cuánto se gastan en seguir a Greenpeace, al WWF o a Amigos de la Tierra? Y sobre todo, ¿con qué finalidad?¿Es legítimo que los servicios secretos dediquen recursos a investigar a organizaciones legales y pacíficas?
Cuando fui detenido en Copenhague supimos que la policía danesa tenía intervenidos una veintena de teléfonos de distintas personas de Greenpeace. A pesar de ello no pudieron evitar que nos coláramos en la cena de gala de los jefes de estado, pero la presión policial era evidente y visible. Las detenciones masivas de manifestantes o el registro de los pisos donde vivíamos y trabajamos fueron una muestra más de esa persecución. Pero, en realidad, los criminales estaban en el Bella Center, reunidos en las salas de la Cumbre del Clima, condenando con sus decisiones al mundo a un cambio climático inexorable.
¿Y en España? Pues aquí hay también historias de infiltraciones. En algunos casos han sido bien conocidas, y en otros no tanto. Personas vinculadas al movimiento verde político apuntan históricamente a que el fracaso de algunas candidaturas vino programado y preparado desde algún Ministerio. No tenemos en la actualidad información que apunte en esa dirección, ni tampoco en la contraria. Pero, ¿es posible que la estrategia de infiltración los servicios secretos ingleses en las organizaciones ecologistas se esté dando también en otros países europeos, por ejemplo España?