Entrevista a J. María Bermúdez de Castro (codirector de Atapuerca)
Charo Fernández Cotta.
Diarios de la cadena Joly. 20/06/20101.
Este biólogo y paleantropólogo codirige desde hace dos décadas el yacimiento arqueológico de Atapuerca (Burgos) donde se han hallado restos de todas las especies del género homo que han poblado el continente. En su último libro, ‘La evolución del talento (Debate)’, explica cómo y por qué se ha producido en los humanos el avance cultural que los diferencia de otros primates.
-Defina al Homo sapiens.
-Somos el primate más inteligente que ha habido sobre la Tierra.
-Cuesta creerlo, ¿eh?
-En eso estamos de acuerdo. Si fuéramos tan listos no nos estaríamos cargando el planeta.
-En todo caso, superiores al resto.
-A mí no me gusta utilizar esa palabra. Cada especie está adaptada a su lugar. Pero como somos tan antropocentristas…
-¿Habrá otros que nos sustituyan?
-No sé si llegará a haber otro primate posterior más inteligente. Espero que sí, porque eso supondría que el planeta tiene vida para albergar a esa otra especie.
-¿Qué avatares nos han traído hasta aquí?
-Fue un cambio climático a nivel global el que lanzó el origen del género homo, al que pertenecemos. Somos hijos de un cambio climático.
-¡Quién lo diría!
-El inicio de las glaciaciones, hace 2,9 millones de años, causó grandes cambios en el cuaternario y aparecieron ecosistemas distintos. Utilizamos nuestra riqueza genética para adaptarnos.
-¿Hemos evolucionado mucho en millones de años?
-Realmente no. Nos diferenciamos de los chimpancés apenas en un 1% de nuestro genoma. Su estructura cromosómica es un sólo poquito diferente a la nuestra.
-¿Sólo un poquito?
-Es una cuestión cualitativa, más que cuantitativa. Esa pequeña diferencia es suficiente como para provocar una serie de cambios en cascada que nos hacen distintos.
-¿Qué nos diferencia en particular?
-Una de las diferencias reside en la locomoción: nosotros somos bípedos y los chimpancés son cuadrúpedos.
-Algo es algo.
-La otra diferencia está en el cerebro y en su desarrollo. Nuestro cerebro, cuatro veces más grande, crece muy deprisa, pero se desarrolla mucho más despacio: la infancia, la adolescencia… Tenemos muchas más oportunidades para recibir estímulos y hacer muchas más conexiones cerebrales.
-¿De ahí la importancia de la vida en sociedad?
-Claro. El cerebro se enriquece de la interacción con el medio ambiente. Colectivamente lo somos todo.
-Pero individualmente…
-Si no trabajamos en grupo no podemos funcionar. Es una de las grandes características de nuestra especie. La socialización es lo que nos ha hecho muy fuertes.
-¿Cuándo empezamos a socializar?
-Éramos una especie poderosa en el pleistoceno medio, desde hace 1,8 millones hasta hace 10.000 años. Por los restos encontrados sabemos que estábamos socialmente muy unidos.
-¿Cuántos años vivíamos?
-La mitad que ahora, con mucha suerte. Los que superaban las enfermedades de la niñez eran muy fuertes, pero vivían en un estrés continuo por la supervivencia. A los 40 años eran ancianos.
-¿Cuáles eran sus crisis?
-Climáticas y alimentarias. Eran pocos, se contaban por miles en zonas concretas del planeta. En la Península, hace un millón de años, había unos miles de Homo antecessor viviendo en lugares como Atapuerca [en Burgos].
-¿Y en Andalucía?
-En la depresión de Guadix-Baza hay yacimientos de 1,4 millones de años. En Gibraltar y Granada hay yacimientos neandertales, una especie desaparecida.
-¿Uno de esos antepasados se adaptaría a nuestra sociedad?
-Mantengo esa teoría. Creo que si nos pudiésemos traer a un homo antecessor a nuestro tiempo llegaría a la universidad, porque recibiría estímulos que no existían hace un millón de años.
-Hemos mejorado.
-Hemos ganado en cultura y tecnología. Aunque hay cosas de las que nos sentimos muy orgullosos y que ya se hacían hace un millón de años.
-¿Por ejemplo?
-La planificación, la estandarización de las herramientas… En eso trabajan los psicobiólogos: estudian la forma de pensar de nuestros antepasados a partir de los hallazgos arqueológicos.
-¿Desde cuándo innovamos?
El punto de inflexión está en el neolítico. Cambian los modos de producción, nos convertimos en agricultores y ganaderos, la sociedad crece, intercambiamos información…
-Y a partir de ahí, la humanidad se dispara.
-Mi tesis es que la tecnología ha ido muy deprisa, mientras la biología evoluciona al paso que le corresponde. Hay un desfase tremendo entre la evolución biológica y la tecnológica.
-¿Con qué consecuencias?
-Es como si a un joven impetuoso y sin carné le das un Ferrari. No estamos maduros para la tecnología que tenemos.
-¿Nuestro desarrollo nos supera?
-Así es. Porque además hay algo común al género humano: cada uno va a lo suyo. Esta forma de actuar es la que puede acabar con nosotros.
-¿Y qué hacer?
-Tener una conciencia crítica de especie. Conocernos a nosotros mismos, que es para lo que sirve el trabajo que hacemos prehistoriadores, arqueólogos y paleontólogos. Y pensar qué futuro nos espera.
-¿Seguiremos avanzando a la misma velocidad?
-Va a haber parones, con crisis económicas como la actual, que va para largo. Pero si todo va bien, es decir, si la humanidad sale de ésta y cambiamos los modelos, daremos otro paso de gigante.
-¿Colonizando el espacio?
-Si lo ven las generaciones futuras es una buena señal. Pero hay que cambiar la forma de pensar, saber que los recursos son limitados y hay que compartirlos. Este modelo no funciona.