Francisco Garrido.humanos. Los animales no humanos tienen derechos si existe, de forma razonablemente fundamentada, eso que llamamos “tener derecho”. O dicho de otra manera, modo twitter; si lo animales no humanos no tienen derecho a “tener derechos”, entonces nadie tiene derecho a “tener derechos”. Esto es lo que demuestran Francisco Lara y Olga Campos (universidad de Granada ) en su magnífico libro Sufren luego importa. Reflexiones éticas sobre los animales. Francisco Lara/ Olga Campos. (Plaza y Valdez. Dilemata. Madrid. 2015) Campos y Lara muestran como desde un punto de vista ontológico (científico), transcendental (condiciones de posibilidad a priori), o practico (ético); la idea de derecho como forma moral y jurídica de protección y reconocimiento de bienes valiosos en si mismos, y generadores de obligaciones, no puede excluir a los animales no humanos sin incurrir en inconsistencia.
El brillante y riguroso trabajo de Campos y Lara nos muestra que sin el reconocimiento del derechos a “tener derechos” a los animales no humanos autoconscientes, toda la arquitectura de nuestros sistemas éticos y normativos se resquebrajaría. Cargado de evidencias científicas, razones públicas y sentido común (empatía racional) , el texto atraviesa incluso los territorios más complicados, como el del uso de animales no humanos para la experimentación científica, con una notable claridad y elegancia argumentativa. Cualquier lectora o lector intelectualmente honesto que siga la hoja de ruta argumentativa que nos propone los autores, llegara natural y felizmente a la constatación de la evidencia del error que constituye no reconocer los derechos de los animales no humanos si reconocemos que “hay derecho”.
Dos conceptos de J. Rawls me han venido a la cabeza durante la lectura de este libro. El primero es el concepto de “razonabilidad”; este libro supone una de las más razonable justificación de los derechos de los animales no humanos que conozco , al menos en la literatura en castellano sobre el tema. El segundo es el concepto de “consenso entrecruzado”, la propuesta de los profesores de la universidad de Granada construye una síntesis entre las distintas escuelas del pensamiento animalista por un lado , y entre el animalismo y el universalismo ilustrado de los derechos, por otro. Sobre esta doble síntesis se conforma un consenso entrecrusado que incorpora a los animales no humanos a la comunidad moral de forma que esta incorporación se desvela como parte de un sentido común hasta ahora no advertido pero presente.
No es que los animales tengan derechos por que son como los humanos, esto es solo un aceptable recurso heurístico; es exactamente al revés, y esto no es dialéctica sino ontología; es que los humanos tenemos derechos por que somos animales. Pero entenderemos mejor este argumento que subyace al trabajo de Lara y Campos , si recurrimos a este conocido párrafo de La Crítica de la Razón Pura en la que Kant afirma que “todo conocimiento comienza con la experiencia pero que no todo conocimiento proviene de la experiencia”, distinguiendo entre un ciclo largo (los a priori innatos de la especie) y un ciclo corto ( la sensibilidad individual) de la razón, al igual que la razón tienen distintos usos , también tienen distintos ciclos temporales. La historia de los derechos comienza con la experiencia humana mas no por ello procede de la experiencia humana., sino de la experiencia evolutiva animal que comparte una misma sensibilidad común basada en la empatía.
Finalmente el libro supone una más que interesante articulación filosófica, que va más allá del animalismo, entre deontologismo y consecuencialismo; la posición moral que tiene mejores y mayores consecuencias en la conducta de los individuos es la que se deriva de una fundamentación transcendental (deontológica) de los derechos y las obligaciones morales. El deontologismo es una especie de monitorización , o rutina , evolutiva del consecuencialismo evolutivo (las normas morales mas eficientes para la selección natural). Nada hay mas útil que no tener que estar preguntándose , caso a caso, por la utilidad de las normas a aplicar. Obtenemos así un especie de deontologismo consecuencialista o de consecuencialismo deontologista, teóricamente muy fértil.
Nadie que desee estar al tanto del debate sobre las nuevas fronteras de la humanidad debería perderse el debate animalista, y nadie que desea no perderse el debate animalista debería dejar de leer este libro..