Defender la política con mayúscula implica, como requisito previo, tener claridad conceptual. Los conceptos son nuestras herramientas de trabajo intelectual y estos, como las herramientas físicas, hay que limpiarlos constantemente porque su uso colectivo tiende a deformarlos, recrearlos o modificarlos. Esta pequeña reflexión, en concreto, pretende, dentro de sus limitaciones, proponer y contribuir a un debate sobre la clarificación del concepto de “izquierda”, tanto por su especial relevancia como por su complejidad ya que defiendo que su significado se ha escindido, al menos, en tres planos diferentes que implican significados no solo distintos sino incluso contradictorios, aunque lo usamos de forma indiferenciada creando confusión y debates artificiales.
En primer lugar, el concepto izquierda hace referencia a “la izquierda sociológica” que fundamentalmente implica un amplio espectro social, que con mayor o menor intensidad, comparte de forma ya sea intuitiva, emocional o racional, un conjunto de valores sociales orientados hacia la igualdad, la libertad y la solidaridad.
En segundo lugar la “izquierda ideológica”, construida durante el siglo XIX, en el contexto de la primera y la segunda revolución industrial, fundamentalmente por el marxismo y en un segundo plano por el anarquismo. Su contenido básico es la denuncia del capitalismo como sistema que roba la plusvalía a los trabajadores y, por lo tanto, la lucha por una sociedad en la que desaparezca la división entre capital y trabajo. Se trata de una posición estructurada desde una interpretación microeconómica de la realidad social (la industria y su entorno, el mercado) que conecta economía, poder y moral: los capitalistas como clase dominante (poder) que a través de las nuevas relaciones sociales de producción (economía) se apropian (moral) del valor del trabajo del proletariado (clase desde el punto de vista económico). Ha constituido el concepto seminal y riguroso de la izquierda que ha alimentado la formación de los partidos de la izquierda clásica (socialdemócratas y comunistas) hasta principio de los años setenta del pasado siglo. La transformación del sistema capitalista por un lado y el estrepitoso fracaso de los regímenes comunistas por otro ha llevado a su desaparición política material, quedando sólo elementos residuales políticos (partidos comunistas; regímenes comunistas que se comportan como sistemas capitalistas de Estado de naturaleza dictatorial como China; dictadura populistas como Cuba o terribles e incalificables deformaciones como Corea del Norte) o académicos, algunos de éstos, sin embargo, de gran valor teórico.
En tercer lugar “la izquierda política”, la socialdemocracia en su configuración actual, básicamente conformada a principios de los años setenta y consolidada después de la disolución de la URSS. Sus fundamentos han supuesto una ruptura radical con los fundamentos teóricos de la izquierda ideológica pero no en el plano emocional y, por tanto, “la izquierda sociológica” ha permanecido como nexo de unión entre ambas. La izquierda política actual se caracteriza por asumir la racionalidad global del capitalismo, apoyarse en la teoría macroeconómica keynesiana (preponderancia de la demanda sobre la oferta como fundamento teórico para la intervención pública en la redistribución de la renta) y en la defensa de los derechos civiles, sobre todo de la mano del republicanismo. Ni que decir tiene que ni Keynes ni el republicanismo guardan relación alguna con la izquierda ideológica, sino, por motivos distintos, eran incluso antagónicos.
Al margen de esta evolución, han surgido, paralelamente, entre otros, tres movimientos sociales cuyos contenidos también se han conectado rápidamente con la izquierda sociológica: el feminismo, los movimientos de liberación nacional y el ecologismo. El primero ha puesto al descubierto la opresión del sistema patriarcal; los segundos pusieron el énfasis en la conexión entre cultura y sociedad como elemento esencial para la legitimación política y lucha contra el imperialismo y los terceros en el protagonismo de la naturaleza como factor económico y social.
La crisis actual está suponiendo también un crack del sistema político. Efectivamente hay que repensar la izquierda en el contexto general de repensar la propia sociedad. Eso es lo que venimos haciendo desde el nacimiento de P36. Creo que la primera conclusión es tener una visión integral, holística, de nuestra realidad colectiva. Una teoría política no alienadora tiene que contemplar obligatoriamente la conexión entre economía, sociedad, poder y naturaleza: la sociedad como fin, la economía y el poder como instrumentos y la naturaleza como límite. Nos situamos sin duda en la izquierda sociológica pero queremos reformular la izquierda ideológica y política para tener una estrategia con la que enfrentarnos a los profundos problemas que nos acucian en los albores de este nuevo siglo.
El verdadero problema del agua en Andalucía no es precisamente que sea muy cara y les cueste mucho a los andaluces sino exactamente el contrario; que les cuesta muy poco y por eso la despilfarran , siendo como es el agua un bien muy escaso . El valor unitario del agua es de 1,1 euro ( INE.2009) por cada metro cúbico. Cada litro tiene un precio de 0,0011 euros. Más barato que en el mato.
Realmente estás planteando dejar la teoría y pasar a la práctica. Hacer de los postulados clásicos de la izquierda algo pretérito y centrarse en la gente y su entorno. Dar un paso más en la lucha porque la izquierda vuelva a tener un sentido no sólo emocional, si no actual, realista, que solucione los problemas y a la vez nos de un puerto a los que nos vemos abandonados por la socialdemocracia actual y el comunismo perdido entre fangos de historia. Sería verdaderamente genial, a la par que utópico, conseguir que la izquierda y la sociedad vuelvan a estar ligadas para encontrar y dar respuesta a todos los problemas y contrasentidos de hoy. Realmente sería justo lo que gente de la calle como yo necesita. Dejar de oir hablar de los buenos políticos de antes y ver en realidad que hoy se puede seguir utilizando la política para mejorar nuestra sociedad y calidad de vida. A todos por igual, ejerciendo la solidaridad de los pueblos que tan olvidad está e implantando un sistema dado por todos que haga prosperar a Andalucía. Eso sería el gran ideal de izquierda para la gente de la calle. Aquel capaz de tapar el populismo de la derecha, aportando soluciones y caminos de esperanza.
Un saludo.
¿Cómo? ¿Donde? ¿Cuando?
La izquierda que ha vagabundeado por todos los sillones del territorio andaluz no puede coger la bandera de la igualdad, la libertad y la solidaridad, ella en si misma es caduca por su jerarquía, por su corrupción, por su nacionalismo español, por su …. y todo esto no le permite luchar por algo tan digno como es Andalucía.
Jamás la izquierda andaluza ha puesto en su guía Andalucía, siempre ha sido la referencia españa, catalanes y vascos, incorporando a Andalucía como segundo plano o …..
Refundar o repensar la izquierda desde P36 creo que es algo muy importante, porque existe un vacío importante de pensamiento racional con Andalucía, con su territorio, con sus recursos, con los andaluces, con su entorno, con los emigrantes y con los exiliados económicos. Incluyendo alternativas reales a la situación global actual de Andalucía.
¿Nos podemos permitir el lujo de seguir divagando por la izquierda, por el andalucismo? Yo creo que no, cuando está en el horizonte el futuro de Andalucía y sus pilares básicos de existencia, igualdad, libertad, solidaridad y justicia social.
Utilizar herramientas de pensamiento y actitudes como son el feminismo, los movimientos de liberación nacional y el ecologismo no son suficientes para cambiar el rumbo de Andalucía.
Nos olvidamos siempre de las andaluzas y los andaluces y su propia realidad, del enraizamiento que han supuesto siglos de ocupación mental y física, machacando segundo a segundo que somos siervos de españa , europa, la iglesia, el estado, los ejércitos, etc. y ello ha compuesto un intrincado pensamiento y actitud que no nos permite rebelarnos en contra de la injusticias, la ocupación, el paro, la corrupción, etc y sacar a flote con unidad a esta Andalucía nuestra.
Andalucía no es el paraíso del turismo, de la construcción, de las renovables, de los espacios protegidos, de los cotos de caza, etc. es todo lo contrario, agricultura, ganadería, pesca, minería, arte, manufacturación, ecologismo, protección medio ambiental, solidaridad, reparto de la riqueza y algo muy sencillo y útil, pero utilizado por el poder para denostarlo, sostenibilidad local, comarcal y nacional en todos sus recursos.
Repensar como vamos a cambiar el rumbo actual no se puede hacer con los pensamientos, con la teoría, con la política, con la izquierda, etc. Nada de esto ha funcionado y estamos tocando fondo, hay muchos andaluces en situación muy precaria fuera y dentro de nuestro territorio y necesitan que pongamos en marcha un mecanismo de defensa que pasa por activar la economía social andaluza con proyectos propios, justos, ecológicos, solidarios y sostenibles.
Pongo un ejemplo muy claro:
La administración del agua ejecutada para los andaluces por empresas de fuera adjudicadas por las entidades públicas de izquierda, derecha y nacionalistas, con lo cual hemos perdido un recurso, el agua y su valor y no repercute nada más que en los bolsillos de los andaluces.
Sí somos capaces de invertir el aprovechamiento del recurso del agua por agentes foráneos y administrar para Andalucía y por los andaluces, a eso le llamo refundar la igualdad, la libertad y la solidaridad. Al margen de que cada andaluza elija su propio pensamiento.
Debatir un proyecto concreto, con rigor, para ejecutarlo con garantías y hacerlo sostenible en el tiempo, en el territorio, en la localidad, en la comarca y en Andalucía es una buena guía para erradicar las injusticias e instaurar la solidaridad. Más que refundar o repensar la actitud de un grupo de andaluces con denominación de inzquierda.