Pilar González / Sostiene Botín que “es un momento fantástico y que a España llega dinero por todas partes”. Léanlo de nuevo, por favor. Les aseguro que no escribo ficción ni invento personajes. Son sus palabras literales, pronunciadas en Nueva York hace poco más de una semana y reproducidas por todos los medios de comunicación del reino. Ya se sabe, cuando tañe la campana de Wall Street, el eco se oye en todo el imperio.
Me pregunto si Botín habrá estado alguna vez en una oficina del paro, aunque sea de incógnito, como aquel rey que se disfrazó de mendigo en el cuento para conocer las condiciones de vida de su pueblo. Me pregunto si habrá palpado la pesadumbre y el silencio de quienes esperan que sus nombres aparezcan en la pantalla junto con la indicación de la mesa a la que deben dirigirse para ser atendidos. Me pregunto si habrá visto tragar saliva a los funcionarios y funcionarias del SAE y del SEPE cuando explican de manera amable los requisitos necesarios. Probablemente muchas de las personas en paro que perciban los 426 euros de subsidio, serán sus clientes y tendrán domiciliada esta cantidad en sus cuentas del Banco de Santander. Me pregunto si vive en la realidad de esos millones de personas o en un universo paralelo y restringido al que sólo tienen acceso los triunfadores. Y concluyo que se ha tomado la pastilla de irrealidad, la de los brotes verdes, la de la euforia programada, la de la macroeconomía que anuncia que una décima de incremento del PIB supone el fin de la crisis.
Y las palabras procaces de Botín casi coinciden con la publicación de la última encuesta de población activa (EPA, un acrónimo que ya forma parte de nuestras vidas) que trae datos muy malos para Andalucía. Y por un momento creo que Matrix y Sión han salido de las pantallas de cine, se han instalado en la realidad y nos han convertido en sombras.
Pero la realidad me estalla en la cara y me interpela. Si llega dinero por todas partes ¿por qué hay miles de empresas que han cerrado por falta de crédito, han despedido a sus trabajadores y no volverán a abrir? ¿por qué cae la producción industrial y el consumo? ¿por qué sube la deuda pública?
Si salimos de la recesión ¿por qué se siguen recortando derechos? ¿por qué el trabajo es cada vez más precario y se siguen deteriorando los servicios públicos?
Si hay brotes verdes ¿por qué en Andalucía el paro es brutal y crónico? ¿por qué más de tres millones de andaluces sobreviven en el umbral de la pobreza? ¿por qué en los datos de la última EPA vemos que se destruyen 52.300 puestos de trabajo en Andalucía?
Y cuando abro los ojos sé que las sombras son ellos, los buitres. Como escribía mi amiga Concha Caballero, pronto decretarán el fin de la crisis. Y empiezan a prepararnos para la esperada noticia. Con altavoces que pregonan la nueva riqueza con musiquita dulzona de fondo, como en Eurodisney. Para que la promesa de la luz al final del túnel nos amortigüe el dolor y nos impida ver cuánto han destruido, cuánto hemos perdido. Para que nos acostumbremos al paro crónico, al empleo precario, a los bajos salarios, al retroceso en igualdad. Para que nos adormezcamos en una nueva realidad, no vaya a ser que se nos ocurra levantar la cabeza, reunir todas nuestras fuerzas y exigir reparación a quienes han depredado nuestros bienes y nuestra esperanza.
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