Portada / General / ¿Son todas las guerras iguales?

¿Son todas las guerras iguales?

José Santana

Hay una tendencia en comparar las guerras entre sí. En particular la guerra de invasión de Ucrania por Rusia con nuestra guerra civil y la falta de asistencia, por parte de terceros países, en ayuda a la República. Desde mi punto de vista, una guerra de invasión como en el caso de Ucrania, no es igual a una guerra civil provocada por el golpe militar de una parte del ejército, sublevándose contra un gobierno legítimo como fue en nuestro caso, y ello con independencia de las implicaciones internacionales y el contexto histórico en que se producen ambas guerras.

Si lo particularizo en estos ejemplos es por, como digo al principio, la tendencia de algún líder político en afirmar que si la España republicana hubiera recibido la ayuda que está recibiendo Ucrania por parte de los países de la Unión Europea y de la OTAN, probablemente habría vencido al golpe de los militares africanistas, olvidando que los momentos históricos son radicalmente distintos y que sí hubo ayuda e intervención esta se dio por los países con regímenes fascistas, Alemania e Italia, y en menor medida(particularmente participando de manera represiva entregando a huidos republicanos en su país) Portugal. Incluso las democracias como Reino Unido y EEUU, permitieron ayudas a los golpistas proveyendo combustibles o créditos, e incluso reconociendo al gobierno ilegítimo de Franco antes de que terminara la guerra. Sin olvidar un hecho radicalmente distinto respecto a nuestra guerra civil, que fue el Pacto de no Agresión suscrito por la comunidad internacional, y que para no “soliviantar” al eje, Alemania e Italia, solo respetaron las democracias europeas de aquel momento, Reino Unido y Francia, mientras que los países fascistas, Italia y Alemania desde antes incluso del golpe militar ya estaban colaborando en los preparativos de la sublevación, ayuda que se incrementó notablemente con armas y hombres una vez comenzada la guerra, lo que fue vital para que el ejército sublevado y el fascismo español pudiera vencer.

En aquel momento entre las democracias había más temor al bolchevismo y a la revolución socialista o anarquista que al Fascismo y el Nazismo. El temor a que la revolución se consolidara en España provoco la cobarde abstención incluso de un gobierno como el francés del Frente Popular, y del resto de democracias europeas. Ese contexto histórico de crisis generalizada y de un movimiento obrero en ascenso no existe hoy. Por tanto, la comparación es temeraria.

El contexto político, económico y social hoy en Europa es radicalmente diferente. Hoy la existencia de un gran acuerdo convocado alrededor de la Unión Europea, que, con sus limitaciones, es, queramos o no, resulta un escudo para afrontar las crisis económicas y sociales, y permite contribuir a un ordenamiento democrático que cuenta con el respaldo de una la gran mayoría de los países europeos y de sus ciudadanos, a pesar de la existencia de algunas democracias iliberales y del ascenso peligroso de la extrema derecha. Pues bien, con todo ello la situación en Europa poco se compadece hoy en la primera mitad del siglo XXI con aquellos momentos de enfrentamientos radicales entre distintas formas políticas e ideológicas enfrentadas, unos por impedir el triunfo de las revoluciones de carácter socialista y otros por lógralo implantando, unos por medio del terror y la dictadura nazi-fascista, como sucedió en nuestro país o como ocurrió con Alemania e Italia fundamentalmente.

Aun así, y no sin cierto resultado paradójico, si la Republica española, salvando las diferencias políticas e ideológicas entre ambas situaciones de conflicto militar señaladas, hubiera recibido la ayuda militar y armamentística que esta recibiendo por la comunidad internacional, la Republica española habría triunfado sobre el fascismo y el golpe militar del general Franco.

La guerra de Ucrania, producto de la invasión rusa del territorio ucraniano, está movilizando a los gobiernos europeos, la OTAN y los estados Unidos, en la defensa del gobierno y territorio de Ucrania, en respuesta a la injustificada invasión rusa aportando armas y municiones en un orden creciente, y la condena unánime ante la opinión pública por la invasión de un país soberano.

En la Guerra Civil española no hubo invasión territorial por parte de una potencia extranjera, ni se produjo en un contexto mayoritariamente democrático en Europa. Hoy las relaciones en Europa entre países están dentro de los márgenes de la U. E., donde la Democracia es un valor asumido por la mayor parte de ellos al contrario que en los años treinta del siglo pasado. La diversidad de regímenes en Europa y la presencia de un fuerte movimiento revolucionario obrero eran las características de aquel momento histórico. La Democracia estaba cuestionada por los partidos nazi y fascista, y la lucha de los partidos marxistas y anarquistas en algunos países iban más allá de la defensa de los valores burgueses. Hoy esas cuestiones no están en la agenda política ni mucho menos. Hoy el orden neoliberal y la globalización económica y social son los problemas con los que nos encontramos, además de un deterioro grave de la calidad del planeta por el exceso extractivo de sus recursos energéticos y de todo orden.

Así que las comparaciones no son correctas. Sin embargo, si algo hay comparable es el sufrimiento humano y la destrucción de las ciudades y el consumo de material de guerra que no conduce más que al enriquecimiento de la industria militar. Luego vendrá sin duda las “otras” industrias a reconstruir.

En la Guerra de España no se negociaba la Paz, se negociaba la rendición sin condiciones, y a las potencias democráticas europeas, Francia y Reino Unido, con EEUU, les faltó tiempo para reconocer al gobierno del general Franco cuando vieron que la República estaba vencida por las armas del levantamiento fascista, por mucho gesto que tuvieran a posteriori al condenar el régimen fascista de Franco en la ONU y no admitirlo en los primeros años en el organismo internacional. Sin consecuencias, claro, para el pueblo español y la izquierda que confió inútilmente en el derrocamiento de Franco por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Nada de eso se produjo. En los años cincuenta con la visita de Eisenhower a España se normalizaron las relaciones internacionales con el régimen de la dictadura franquista y a este se le reconoció su papel de “vigía de Occidente” por su carácter anticomunista.

Sin embargo y para concluir, creo que hay un elemento en esta guerra, como en la de España y en tantas otras, Yugoeslavia, Irak, Siria, Libia…en las que se nos quiere ocultar, y es que nada se produce caído del cielo, que hay enormes intereses detrás de cada movimiento pre bélico que escapan a la voluntad de los pueblos, y cuando digo pueblos digo ciudadanos, no dirigentes políticos o económicos, verdaderos muñidores de las crisis que terminan en guerras cruentas. La geopolítica de las potencias medias en conflicto de intereses con las grandes potencias y bloques militares (¿o bloque militar? Porque en realidad solo hay uno, la OTAN), el resurgir de la guerra fría dentro del marco globalizador de los intereses estratégicos y económicos de EE.UU con Europa, con Rusia, China, Brasil, India… en dura competencia por el control de sus intereses económicos en pugna y del reconocimiento de sus áreas de influencia “naturales” nos lleva a una nueva guerra fría y, esperemos que no, a vernos involucrados en una guerra de resultado incierto y de terribles consecuencias si hay una involucración directa en la guerra de invasión de Ucrania por parte de la OTAN y de una respuesta a la desesperada por parte de Rusia.

Por tanto, con independencia de las valoraciones que cada bloque haga sobre las propuestas de sentar en una mesa de negociación a Rusia y ucrania son urgentes para detener la enorme sangría humanitaria y evitar un futuro apocalíptico de dimensiones planetarias. Si Brasil, con la mediación de Lula da Silva, propuesta de que ambos, ucranios y rusos deben iniciar rondas de negociación sin líneas rojas previas, no se produce de inmediato, otros las deberán hacer antes de que sea tarde para ello. De momento solo el incremento del gasto militar y el poner sobre la mesa la hegemonía mundial de una parte del planeta, son los que van ganando la guerra.

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *