Temo la italianización de la política española. Que la indiferencia hacia lo público convierta a una mayoría de ciudadanos en simples habitantes. En espectadores gratuitos de un espectáculo bochornoso. Y que terminen eligiendo a un corrupto profesional para que al menos haga bien lo que otros intentan esconder torpemente. Este sistema de partidos nos trata como a consumidores permitiéndonos votar cada cuatro años a las marcas que mejor se venden por televisión. Y no sólo hemos consentido esta aberración democrática. Lo peor es que nos parece normal que sus productos necesiten conservantes y colorantes para mantenerse por más tiempo en el poder. Todos somos cómplices.
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