La decapitación de la estatua sevillana es la metáfora perfecta de cómo se ha construido y se construye la identidad española: cortando cabezas a quien se atreva a cuestionar el nacionalismo español. Que por supuesto, siempre es bueno, al contrario que los nacionalismos periféricos (vasco, gallego, andaluz, valenciano, canario, balea o catalán), que siempre son ETA. Para el nacionalismo español, el nacionalismo es como el colesterol: hay uno bueno y otro malo.
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