Antonio Manuel. Soy ecologista. No concibo ningún planteamiento político-económico que no admita como premisa mayor la necesidad de mimar la tierra que pisamos, el aire que respiramos, el agua que bebemos. Pero no soy antitaurino. Respeto a quienes lo son y acepto sin reservas sus razones. Jamás discuto con ellos. Sin embargo, confieso padecer la misma insensibilidad al respecto que Miguel Hernández o García Lorca. No niego la tortura pública del animal. Sólo un necio lo haría.
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