En el futuro, el caso de Leire Pajín será paradigmático para estudiar cómo el machismo se ensaña con las mujeres políticas, que son juzgadas por su físico y no por su actividad pública. Si a la condición de mujer se le añade la juventud, la misoginia se eleva a la undécima potencia. Y si además las mujeres en cuestión son feministas, el resultado es el escarnio público. Cuando se vilipendia a las mujeres por el hecho de ser mujeres, vale casi todo con tal de derribar el objetivo que pone en peligro los privilegios del patriarcado. Leire Pajín se marcha de la política, el machismo vino para quedarse.
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