En la UE hay más de 40 millones de personas que hablan a diario 60 lenguas minoritarias o regionales. Algunas de estas lenguas gozan de un nulo reconocimiento por los propios Estados-nación que afirman estar “unidos en la diversidad”. En el mejor de los casos, los Estados fomentan el uso y aprendizaje de las lenguas regionales. La UE también dispone de mecanismos para preservar la riqueza lingüística, aunque a la vista de los resultados parece que con poco éxito.
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