Es un texto farragoso que esconde buenas y malas intenciones. Parece bueno que la norma quiera poner punto final a las parcelaciones ilegales y empezar de cero. Sin embargo, entre sus maldades se parapeta la sandokanización de Andalucía. Una inmoralidad que deja de serlo cuando se realiza por decreto y casi clandestinamente.
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