“Tiempo de los enanos, de los liliputienses de títeres, caretas, horteras y parientes, de la metamorfosis y la mediocridad que de birlibirloque te saca una autoridad”.
Esta es la última parte de “la metamorfosis” de Carlos Cano (la obra inacabada de Carlos es un venero inagotable). He oído muchas veces la canción desde anoche cuando una amiga del SAT me contó como fue apaleada por la policía en la puerta de la rtva y me enseñó su tripa en la que queda la marca de la violencia brutal y gratuita.
Mi amiga tiene veintipocos años y estrellas en los ojos. Es una profesional que se dedica a las nuevas tecnologías, habla varios idiomas, nació y quiere vivir en Andalucía. Cree en las utopías y tiene un coraje que abulta más que ella. Una andaluza del siglo XXI, sindicalista, de izquierda, nacida en democracia, con todo el potencial, la formación y las capacidades necesarias para alcanzar cualquier meta que se proponga. No es provocadora sino mediadora. Una persona, como tantas otras, a las que confiaríamos nuestro futuro.
Y la han golpeado de manera brutal, en el vientre, en la carne destinada al deseo y a la felicidad. El “motivo” fue banal, inane, espurio: increpó a un policía vestido y armado como robocop mientras le tiraba el escudo a la cabeza a una mujer de 60 años que reclamaba a su marido que había entrado en las dependencias de canal sur. Ella intentó evitar que le hicieran más daño a la mujer mayor. Por eso la golpearon.
El moratón se curará y la piel y el dolor también, pero hoy no es capaz de sonreír, hay cicatrices invisibles que permanecen en el alma (o en lo que cada uno crea que tenemos adentro y nos hace personas).
Sé que a ella no le va a gustar que cuente su historia, porque fueron muchas las sonrisas heladas y las esperanzas rotas. Sirva en mi descargo que me indigna que le hagan daño a la gente que quiero y que mi furia se descarga solamente en las palabras.
Sirva también su historia como ejemplo singular de lo que muchas otras mujeres vivieron ese día, y los hombres y los mayores. Mujeres y mayores que llevaban la bandera de Andalucía sin palo, liada en el cuerpo, para que nadie pueda acusarlos de llevar armas.
Sirva también su historia para que conozcamos, nos indignemos y nos rebelemos ante la barbarie, porque cuando la practica el estado parece menos barbarie pero es incluso peor. Es la banalidad del mal. Porque al estado confiamos nuestra seguridad, es el garante de nuestra libertad y nuestros derechos. No puede pisotearnos ni golpearnos impunemente. No tenemos por qué tolerarlo.
Su historia y la canción de Carlos se asociaron en mi cabeza por algún mecanismo que desconozco y que, dada mi tendencia a creer en lo mágico, no tengo ningún empeño en descubrir.
Tal vez la asociación nace porque es la mejor expresión de la metamorfosis que han sufrido quienes nos gobiernan en Andalucía desde hace tantos años. Aquellos chicos de barbas y tortilla en los pinares del Aljarafe, los que decían “compañero a luchar”, llevan tanto tiempo instalados en el poder que creen que han nacido en él y que es vitalicio y que cuando mandas, puedes mandar que golpeen a la gente. Aquellos chicos creen que son gigantes.
Cuando el poder degenera en violencia es tiempo de insumisión, de rebeldía. Cuando el poder nos mira desde arriba, es tiempo de invertir los papeles y recuperar democráticamente el poder. Y el PSOE lleva tanto tiempo en el poder que mira a los andaluces desde arriba, como si fuéramos hormigas, insignificantes.
Y la gigante es mi amiga y sus compañeros del SAT. Quienes los apalearon y quienes dieron la orden son los liliputienses, los títeres, caretas, horteras y parientes.
Por eso yo no reconozco esta autoridad de birlibirloque, por eso me declaro insumisa y no pienso acatar ni una sola orden que salga del subdelegado del gobierno en Andalucía y llamo a otros andaluces y andaluzas a que tampoco lo hagan. Tardará en dimitir, que es lo que tiene que hacer, o ser cesado, que es lo que otros tendrían que hacer por él. Pero desde ya debe saber que en Andalucía no tiene ninguna autoridad quien ejerce la violencia. Los gigantes somos nosotros.
El SAT,como vanguardia de la lucha por la dignidad,su esfuerzo,su ejémplo, nos tendría que servir a los andaluces como sinergia positiva para unir y aprovechar todas las cualidades de la diversidad»del sentir andaluz».Todos tenemos que hacer un esfuerzo de disponibilidad,saltar las fronteras de nuestros reinos de táifas,y predisposición incondicional(sin sectarismos cainitas ni integrismos irracionales)para lograr un acuerdo de minimos para impulsar el desarrollo andaluz.
Mi solidaridad con los apaleados por una policía que rebosa saña y mala leche, que mide con el mismo rasero a los «bravos gudaris» de la «kale borroka» que pisotean los derechos de los ciudadanos que a trabajadores que luchan por su dignidad, su trabajo, su vida, su pan.
Me parto con el «obrerismo» de algunos. Desengañemonos, no habrá dimisiones o ceses fulminantes porque son todos iguales de sinverguenzas, el que manda, el que lleva la orden y el que la ejecuta. Malditos sean todos.
… y habrá aún quien justifique tanta mala hostia.
Mi apoyo y solidaridad con tu amiga Pilar. Y que sonría y esté orgullosa, porque su dignidad es de lo mejor que queda en nuestra querida tierra. Dale ánimos de mi parte y que siga en el empeño de una Andalucía mejor.
El PA debería pedir explicaciones al gobierno, pedir dimisiones y estar al lado de los sindicalistas del SAT.
Es tiempo de gigantes… Hagámoslo realidad. Unáse el andalucismo sin tapujos. Ya. Lo quiere la gente. Lo queremos todos. Fabríquese una casa común donde convivamos ecologistas, nacionalistas, y andaluzas y andaluces de izquierda, todos comprometidos con desde el vientre a la cabeza… Pero hagámoslo. Las palabras se inventaron para entendernos. Los pies para caminar. Las manos para fabricar… Como dice mi admirado Isidoro Moreno, los ladrillos que se se intentan derribar se están reutilizando en muros que nos incomunican artificialmente… Exijo predisposición, flexibilidad y humildad. Y tengo derecho a hacerlo
Y David mató a Goliat…Ese Goliat lo tenemos en Andalucía en forma de gobernantes…del PSOE. Como tú bien dices Pilar aquellos «chaveas» de la tortilla y la cazadorilla de pana, después de 30 años se han convertido justo en todo por lo que luchaban…La tortilla la han cambiado por nouvelle cuisine y la cazadorilla por trajes de alpaca…Criticando 40 años de agónica dictadura para volver a convertir nuestra Andalucía en lo mismo al cabo de 3 décadas…Recuerdo cuando mis hermanos me contaban con indignación cómo los grises tomaban las calles y apaleaban estudiantes…Y paradógicamente, una amiga común me relataba la misma historia: violencia, humillación, ultraje y censura por parte de unos políticos democráticos?…Pero, no nos olvidemos que antes el pueblo estaba ávido de libertad, de cultura, de cambio,de dignidad…en cambio ahora…¿Qué nos han hecho?…Con estrategias absolutamente programadas han concebido, como en la novela de Aldous Huxley «Un mundo feliz», una… «¿Andalucía feliz?». Y David mató a Goliat, eso quiero pensar, que mujeres y hombres andaluces, como mi querida Vanessa con sólo la pequeña honda de su pequeño cuerpo, puedan empezar a derribar al gigante, entonces será el momento de que juntando todas nuestras fuerzas, acabar con él…