Lucía Márquez Daza
Todas somos Alexis Tsipras: Extraños en el cementerio de elefantes. (En el Parlamento Europeo la revolución de la voz y la acción de la mayoría.)
Cualquiera puede rastrear en la biografía de Alexis Tsipras y loar su Ingeniería Civil o su juventud. Cualquiera puede hacer una apología que nos recuerde que a pesar del bipartidismo que llevó a la bancarrota a Grecia, el lozano Tsipras consiguió el 10 % de los votos para la alcaldía de Atenas en su día. Un joven que venía de romper con parte de la izquierda griega más tradicionalista para, desde el movimiento estudiantil, integrarse y muy pronto abanderar Synaspismós (“Coalición”, en castellano), organización principal de la agrupación de partidos y personas Syriza.
Estas notas biográficas que no pueden dejar de mencionar cómo Syriza estuvo a punto de ser la primera fuerza de izquierda en Europa que fue capaz de desbancar al bipartidismo de Nueva Democracia (PP en España) y el Partido Socialista Panhelenico (PSOE en España) del poder, y no cualquier izquierda, sino una de esas izquierdas que llaman radical.
La respuesta del sistema, como en Alemania de hecho, como en España a escondidas, véase art. 135 CE, fue una coalición bipartidista. En el caso griego un gobierno PP – PSOE de “salvación del capitalismo” para hacer frente al empuje de la izquierda radical.
No creo que de Alexis Tsipras nadie pueda decir que se trata de un político que ya no puede seguir siendo un diputado gris, un lobista de miles de empresas o una persona cuya carrera política está en decadencia.
El candidato del Partido de la Izquierda Europea a la presidencia de la Comisión para estas elecciones europeas del 25 de mayo, Alexis Tsipras, es lo menos parecido a un paquidermo que se retira a una jaula de oro, al cementerio de elefantes donde se refugian para tener una buena paga los decrépitos o donde son exiliados los militantes incómodos.
¿Cómo cae la izquierda europea en tal error, mandar a alguien con tanta proyección a un espacio tan descafeinado como el Parlamento Europeo? Quizá la primera respuesta sea muy sencilla: la izquierda europea propone para el Parlamento Europeo personas con la proyección de Alexis Tsipras o el francés Jean Luc Mélenchon por el simple hecho de que nuestra vida cotidiana se define por normas de la Unión Europea en gran medida.
Y esto quienes mejor lo hemos comprendido somos las gentes del Sur, quienes vivimos como nadie las consecuencias de la inhumanidad del capitalismo impuesto por la especulación financiera y la deuda espuria. Una deuda ilegítima reclamada con apremio por la banca alemana y los fondos financieros de las minorías a todo un Sur de Europa intervenido.
A su modo, la defensa de los intereses de las élites financieras, el bipartidismo también comprende y aplica a la perfección los presupuestos de esta crisis estafa. Las reglas de este peculiar liberalismo económico son simples: cuando se gana, el dinero va a paraísos fiscales o a sobres para mantener el servicio clientelar de los gobernantes. Cuando se pierde, la mayoría, la gente que integra la clase media, las clases trabajadoras y los pobres tenemos que hacernos cargo de pagar lo que se debe. En esta economía de casino siempre gana la “banca” y perdemos las mismas. En palabras de A. Tsipras: “Los bancos, como consecuencia de sus apuestas especulativas, se vieron de golpe sometidos a un grado peligroso de endeudamiento, y sólo mantuvieron la salud gracias a las ayudas del dinero público. Sin embargo, los estados decidieron que el peso de la salvación de los bancos cayera en cada país sobre la sociedad” (2014).
A. Tsipras conoce el Sur, el Sur que conformamos las sociedades griegas, portuguesa o española, conoce el Sur que es pobre a pesar de simultanear varios mini – jobs en Frankfurt, Ámsterdam o Viena, el Sur que paga esta crisis estafa. Somos gentes que sabemos que “estabilización” y “reformas” significan desmantelamiento de los que conocemos por aquí como “Estado del Bienestar” y lo que Tsipras llama “Estado Providencia”, significa: “una fiscalidad indirecta de consecuencias devastadoras [el IVA por los aires, y en el IRPF los que menos tenemos pagamos y a los que más tienen les sale a devolver]; unos recortes del gasto público cuya amplitud no admite comparaciones [para pagar una deuda ilegítima]; el desmantelamiento del Estado providencia, sobre todo en los ámbitos de la sanidad, la educación y la seguridad social; y también numerosas privatizaciones incluyendo las de bienes públicos fundamentales como el agua y la energía
Las llamadas «reformas» suponen la liberalización del despido, la supresión de los convenios colectivos, la creación de unas «zonas económicas especiales» y, en general, la aplicación de reglamentaciones pensadas para (…) los más poderosos interés económicos” (2014).
El liderazgo de A. Tsipras es una declaración categórica del Partido de la Izquierda Europea por una Europa transformada. Frente al euroescepticismo manifestado por el bipartidismo, su desgana a tratar sobre Europa y acertarse en un “… y tú más”, la izquierda, Izquierda Unida (Plural), pensamos que es posible desde lo local transformar lo global.
En estas elecciones europeas, desde el dolor común, decimos las mismas palabras, eso nos convierte a todas en Alexis Tsipras, unas extrañas que desean hacer público y democrático lo que hasta ahora es un exilio o un cementerio de elefantes.
En ese mundo de muertos vivientes, la vida llega al Parlamento Europeo con la revolución de la voz y la acción de la mayoría.