El 25 de mayo, es una fecha electoral que ha supuesto un punto de inflexión, el bipartidismo en declive y la repolitización social al alza.
Para que luego digan que a la gente no le interesa la política, la gente joven se ha incorporado por fin a votar, a decidir, de hecho me consta que han sido las personas menores de 35 años las que liderado el voto familiar, de sus círculos de amistades, deportivos, de asociaciones, me consta, porque así consta en los estudios postelectorales. El empujón viene de abajo, de las generaciones que no vivieron en primer plano la transición, y ese empujón se ha aliado con el hastío de los mayores.
Huelo a tiempos de empoderamiento popular, así que por eso he titulado esta columna, al hilo de los acontecimientos banderiles en Granada: Torres más altas han caído.
Conocimos la abdicación juancarlista de repente, y de repente sonó un clamor en las redes sociales, de repente se convocaron concentraciones en todas las grandes ciudades y pueblos de España, de Andalucía. En Granada en nuestra Plaza del Carmen.
Un clamor por la democracia de verdad, un clamor que clamaba queremos votar, un clamor que decía no hay poder o representación institucional que no debe ser elegido por el pueblo.
De repente al llegar a los lugares de las concentraciones, si aún quedaba un hueco para el escepticismo, para la desidia o para indiferencia y la desesperanza, el lunes a la tarde noche quedó taponado por la esperanza. La plaza de Carmen se llenó hasta la bandera, la Gran Vía se llenó de punta a cabo.
Luego vino eso que llaman ultraje a la bandera, y que yo sólo creo que fue un acto simbólico de carácter popular sin violencia. Un acto que pedía votar, que pedía democracia, un acto que recordaba la bandera de nuestras madres y padres republicanos, la bandera real de la patria democrática, la bandera republicana que fue destruida por una insurrección armada, ante unos gobiernos democráticamente elegidos.
Sólo fue eso, no violencia y alegría, democracia y mucha alegría.
Pero nuestro alcalde Torres Hurtado, saca pecho y habla de delincuencia y delincuentes. Me hace gracia oír esto a quienes quieren que olvidemos, a quienes quieren practicarnos la lobotomía de la historia, a quienes quieren sepultarnos bajo toneladas de infamia. ¿Delincuentes, me pregunto? ¿Quienes son los delincuentes patriotas? ¿Quienes?
Señor Torres Hurtado, no habrá referendum, ya lo sabemos, no somos tan imbéciles, pero habrá elecciones. Usted se llama Torres y yo le digo que torres más altas han caído.
Y para terminar queridos y queridas radio oyentes les voy a contar un cuento que me han contado hoy mismo*, más o menos dice así:
Érase una vez una asamblea de todas las plantas del mediterráneo para elegir a su rey.
La primera propuesta fue el olivo, por su presencia, su porte y su fruto alimenticio. El olivo dijo que no quería ser rey.
Después se propuso que fuese la vid, por su jugo, su fruto, su sabiduría. Pero la vid no quiso.
Luego se propuso a la higuera por su vitalidad, su manjar frutal, su frondosidad. Pero la higuera declinó la propuesta.
Finalmente la zarza se autopropuso a sí misma, a lo que la asamblea sonó con un clamor despectivo. Alguien indignado se levantó y le pregunto que para qué sirve una zarza, a lo que la zarza respondió: ¿Y para qué sirve un rey?
@marioortega
* Extraído en libre recreación del Blog de Sebastián de la Obra en Cordópolis