Hace algún tiempo, en los días en los que se fundaba este portal, uno de sus precursores, -compañero íntimo de trinchera-, me pidió que escribiera un artículo en el que plasmara alguna de nuestras conversaciones, en las que nos arremangábamos ante el rompecabezas “Andalucía”.
Mas yo no soy articulista, ni orador, ni persona de púlpito, y suelo cargar cada paso con una excesiva responsabilidad, que puede llegar a hacer tardío un artículo.
Disculpas.
El tiempo transcurrido no ha sido estéril, aunque aún siga tan fresca como siempre, la mayor grieta, que a mi parecer, tiene el pilar más importante de nuestra tierra. Bajo mi observación personal, el color del tiempo que brota y se nos va cayendo de las manos, es cada vez más oscuro. La identidad andaluza se diluye, deslizándose quizás mezclada con el tiempo, que huye, alejándose cada vez más del propio Pueblo, -andaluz-, que padece una de las enfermedades más crueles y nocivas que existen: desconocerse.
Hace 3 años, casi 4, hicimos un intento por trasladar esta preocupación tan “jonda” al cine.
Quisimos dejar plasmado en el rincón perpetuo donde quedan para siempre las películas, aquel -éste- dolor de estómago que a su vez fue motor del film mismo: la injusticia de desconocerse. La Historia que la soberanía castellana, primero, y luego española, quisieron diseñar para Andalucía y los andaluces, no es ni cierta, ni justa. Además de imperialista, egoísta, y perversa.
Esto, que en este foro puede ser una perogrullada, en otros espacios de opinión, y en la misma calle (incluso andaluza) es ciencia ficción (comentario que recibí literalmente de un grupo de espectadores en un festival de cine nacional donde se proyectaba nuestra película “Cuento de las dos orillas”).
Es evidente que es nuestra la responsabilidad y el ejercicio de CONOCERNOS. Pero parece que no somos capaces ni siquiera de hacer piña en esto. Es evidente que solo cuando seamos racimo, alcanzaremos la luz (identidad) que nos pertenece.
Andalucía, es decir, nosotros los andaluces y andaluzas, tenemos que luchar por esta necesidad imprescindible de conocer nuestra propia Historia. Antes de que a más niños lleguen las mentiras y las nubes con las que intentaron teñir nuestro cielo, tenemos que exigir una imprescindible revisión y corrección institucional de la Historia de Andalucía, y por consiguiente de la de España. Los libros de Historia que caigan en las próximas manos jóvenes, han de reflejar, de una vez, nuestro propio pasado.
Por otro lado, debemos seguir alargando este camino, desde las obras, los libros, las películas, los artículos, los foros…, para que seamos voz e inspiración para otros, y seamos acero para las instituciones o cualquier otro ente abstracto agarrado al poder, para el cual es imprescindible mantener latente toda esta gran farsa.
Siempre he entendido el último grito de Blas Infante, no como una alegoría ligera, idealista y utópica, sino como un profundo aliento, como una invitación a la acción: la búsqueda del conocimiento. ¿Es que acaso puede existir la libertad sin el conocimiento?
“A duras penas” hemos llegado hasta aquí, por lo cual, aún estamos vivos. La libertad (el conocimiento) se busca. No nos va a caer del cielo. Viva pues, Andalucía libre.
Jesús Armesto
Guionista y director cinematográfico.
www.almutafilm.es