Con motivo del estreno, el pasado lunes, de la adaptación televisiva de Crematorio, una de las grandes novelas españolas de las últimas décadas, recuperamos esta entrevista de Paul Ingendaay con su autor, Rafael Chirbes, para la Frankfurter Allgemeine Zeitung, realizada en mayo de 2010. La traducción ha sido revisada y adaptada por el propio Chirbes, amigo y colaborador ocasional de SinPermiso. En junio pasado, tuvimos ocasión de publicar su demoledora crítica de la política del gobierno español Zapatero: a la mesa con los caníbales, de lectura muy recomendable también para quien lea la entrevista que a continuación se reprduce.
El mercado inmobiliario de España ha saltado por los aires. Rafael Chirbes describe en su novela Crematorio la conciencia de una generación, que ha llenado de cemento su tierra. Un encuentro con el autor en la ciudad de Valencia.
En España la destrucción de dinero avanza con paso resuelto. Todo lo que se sostiene sobre ladrillos pierde su valor. El mercado inmobiliario de esta nación era desde hace años una olla a presión incesantemente calentada por la avaricia, la corrupción y una insensata euforia por el crecimiento. Y ahora ha estallado. Unas 1’2 millones de casas nuevas esperan a un comprador que no aparece por ningún lado. Los nuevos proyectos de construcción están parados, todos los pronósticos apuntan a que el paro alcanzará el veinte por ciento, y nadie se atreve a asegurar que vaya a permanecer en esta marca. Mientras tanto, los precios inmobiliarios se estancan y caen por los suelos. Pero quien entró en el juego no sale de él tan fácilmente. Quienes compraron una vivienda para cubrir sus necesidades o como inversión, algo que llegó a ser practicado por los españoles como una suerte de deporte popular, podrían encontrarse en la situación de no poder seguir pagando sus créditos hipotecarios porque de repente necesitan dinero o han perdido su trabajo.
Esta crisis en medio de la crisis tiene una historia que la precede y que expresiones como ‘boom inmobiliario’ o ‘especulación del suelo’ no alcanzan a describir plenamente. Se remonta a un amplio proyecto de modernización y enriquecimiento que ha modificado profundamente a la sociedad española en las últimas dos décadas.
Un proyecto social que ha cavado su propia tumba
Hasta el año 2000 viví en un pequeño pueblo en Extremadura», explica Rafael Chirbes, uno de los más importantes escritores del país. «Por las noches, desde el balcón, no veía ninguna luz en unos veinte kilómetros. Entonces me vine a Beniarbeig, donde, desde mi casa, puedo ver el mar. Pero la vida alrededor mío se convirtió en algo así como el sueño de un drogadicto. La región cambiaba constantemente. Donde antes no había más que naranjos, al día siguiente había una grúa. El paisaje se llenó de apartamentos, un centro comercial, escombreras. Se incrementó el tráfico tanto que hubieron de construirse calles más anchas. A mi alrededor dominaba una actividad frenética, una inquietud que me atrapaba. Y mi sentimiento era: nada queda.»
Rafael Chirbes, de cincuenta y nueva años de edad, ha descrito la conciencia de esta nueva y materialista España en su fulminante novela Crematorio (editada en Alemania por Antje Kunstmann). En el centro de la misma se encuentra Rubén Bertomeu, quien, con más de setenta años, comienza como un arquitecto idealista y más tarde con la ayuda de métodos criminales y corruptos políticos locales, cubre de cemento toda una suculenta parte de la costa mediterránea española. Chirbes vive en uno de estos lugares: Beniarbeig, en la provincia de Alicante, un municipio que ha servido como modelo para ambientar la novela. El desenfrenado monólogo de Bertomeu, la narración compulsiva en primera persona de sus familiares, compañeros de trabajo y subordinados culmina en una mañana en que la familia se prepara para trasladar el cadáver del hermano de Rubén al crematorio. Pero no se trata de los restos de un familiar muerto, sino de todo un proyecto social, lo que se lleva a enterrar.
Se ganó la democracia, pero la política quedó eliminada
Ésta es la novela sobre lo que fue mal tras la muerte de Franco. De cómo la democracia permitió a sus hijos, muy amigos de los experimentos, trazar planes de altos vuelos; de cómo se soñaba hacer olvidar con ellos la pobreza de los padres y alcanzar y liberar la modernidad; y de cómo todo se transformó en un juego de poder político y en una competición del tipo «el primero que llega se sirve», sin control, sin virtud civil y, antes que nada, sin ningún tipo de conciencia medioambiental, que en España nunca ha llegado a tener una verdadera influencia política. El libro es una obra polifónica y combina de manera virtuosa la historia familiar, la novela generacional y el retrato de costumbres. Lejos de limitarse a denunciar a los tiburones de la construcción –Chirbes incluso pone en la boca de Bertomeu un seco cinismo al que el mismo autor no es extraño–, el autor proporciona el retrato de un país en el que también la diferencia entre izquierda y derecha parece haberse difuminado.
«Ganamos la democracia», dice Chirbes, «pero la política quedó eliminada. No hay ninguna implicación real de la gente en las decisiones significativas.» (Así se expresa también el autor en Crematorio: «Pasarte veinte, treinta años de franquismo exigiendo que llegara la democracia, y descubrir que llegaba para comunicarte que no le hacías ninguna falta, porque la democracia es la forma más perfecta de exterminio de la política».) Nos encontramos en un restaurante de Valencia, una ciudad que le gusta a Chirbes. Antes trabajaba cinco días al mes como redactor de la revista gastronómica madrileña Sobremesa y su simpatía hacia el comer y beber, que le acompaña como novelista, es claramente mayor con la edad. «Me he vuelto un pesimista», dice, mientras el camarero sirve a los únicos clientes. «Después de cada crisis pensamos que recuperaremos algo de razón. Pero siempre acaba siendo peor que antes. ¿Y ahora? Tres años en que se detendrá todo esto, quizás. Un pareja de británicos se marcha porque la libra inglesa tiene menos valor que antes. Pero pronto volverá a comenzar otra vez. Treinta millones de rusos quieren vivir con nosotros en la playa. Veinte millones de ingleses, veinte millones de alemanes, cinco millones de suecos. Desde Málaga puede verse, desde arriba, el alcance de la mutilación de la costa mediterránea. Es surreal. Y la calidad de la construcción es aún peor que la de aquí en Valencia.»
La pesadilla urbanística recobra su valor
Lo perturbador de su novela es que nadie queda a salvo, ni hombres ni mujeres, ni la vieja guardia ni la joven generación, el materialista tan poco como el idealista. El patrón de la situación en España en blanco y negro se torna imposible. Empantanado, para conseguir salir de su situación, el empresario de la construcción se implica en el narcotráfico, del cual, más tarde, cuando cuenta con una cierta reputación, se vuelve a distanciar. Estar próximo a los tiburones, a los bajos fondos y los farolillos rojos aparece como un modelo de ascenso español. «También las prostitutas notan la crisis», dice Rafael Chirbes, y toma un sorbo de vino tinto. «Es un mercado enorme. En uno de estos clubes, en el que antes trabajaban trescientas chicas, ahora quedan solamente diez, que languidecen en la penumbra.»
Si ya en la novela Crematorio, que Dagmar Ploetz ha traducido magistralmente al alemán, nadie es feliz con su vida, ¿cuán sombrías han de ser las perspectivas para la actual sociedad española? La pesadilla urbanística descrita por Chirbes recobra nuevamente su valor, y ante ello, muchos palidecen. Casas que ya no pueden ser pagadas, que aterrizan en los bancos, que éstos, de hecho, no quieren, pero que deben tomar porque de lo contrario no recibirían nada. Es difícil poner freno a la situación: se ha producido una enfebrecida baja de precios. Oficialmente, en los últimos meses se admitía que el precio de la vivienda había caído en el primer trimestre del 2009 un 6’8%, pero la realidad parece otra. Los bancos crediticios como el Banco Popular, Caja Madrid o Caixa Catalunya ofrecen reducciones del precio de hasta el cincuenta por ciento y una financiación completa de hasta cuarenta años: soñar en el futuro siempre sale gratis.
El problema: se venden con pérdidas visiones de conjunto
Este desarrollo es peligroso. Por una parte, porque los bancos aparecen como competidores del sector inmobiliario, lo que no puede acelerar sino más la carrera hacia el abismo. Por otra parte, se teme que la proporción de créditos amenazados por el impago –hasta la fecha un cuatro por ciento– podrían alcanzar el nueve por ciento. «Las diez mayores sociedades inmobiliarias españolas», aclara José Calderón, director del Deutsche Hypothekenbank en Madrid, «han recibido, en conjunto, cerca de ciento cincuenta mil millones de euros de crédito. Si se convierten en insolventes, amenaza una catástrofe. Y en la actual lucha por la supervivencia, los bancos tienen una ventaja competitiva en relación a las inmobiliarias : si se deshacen de sus viviendas, siguen ganando con el crédito.»
«Sólo el dinero nos hace destellar con un fugaz reflejo del brillo de los dioses», se dice en un pasaje de la novela de Rafael Chirbes. El problema no es que al materialismo se le agotasen las respuestas, sino que las visiones de conjunto siempre se venden con pérdidas. «Las ideologías se han agotado», dice Rafael Chirbes. «Bertomeu se pregunta en la novela si existe un punto en el cual pueda detenerse para tomar una pausa o terminar. Pero no lo encuentra. Las personas que construyeron hace siglos catedrales tenían un significado de lo que era el futuro, para el que creían construir. Esta noción común nosotros ya no la tenemos. Los novelistas no son clérigos, ni psicólogos ni políticos. No debemos predicar, ni curar o sanar. Solamente desciframos el espíritu de nuestra época. Y mi novela intenta llevar a ojos del lector algo que posiblemente no quiera creer.»
Mientras paseamos por las calles de Valencia tras la comida, Chirbes me aclara los detalles formales del antiguo ayuntamiento. «Bonito, ¿no cree?» A menudo viene hasta aquí. Cada paseo es como una visita al museo. Es el legado de una generación que aún construía para sí misma.
Rafael Chirbes es un escritor nacido en Tabernes de Valldigna (provincia de Valencia) comprometido con los valores de la democracia republicana y el socialismo. Uno de los más grandes y brillantes cultivadores vivos de la gran tradición realista española de Cervantes, Galdós y Max Aub, Rafael Chirbes es autor de agudos ensayos críticos como El novelista perplejo (2002) y de aclamadas novelas como Minoun (finalista del Premio Herralde en 1988), La larga marcha (Premio de la SWR-Bestenlste alemana), Los viejos amigos (Premio Cálamo del Libro del Año en 2003) y Crematorio (Premio Nacional de la Crítica en 2007, Premio Cálamo Libro del Año en 2007 y Premio Dulce Chacón en 2008).
Publicado en Sinpermiso.
Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero