Javier Durán García | Según el Libro Blanco de la Sostenibilidad Urbanística, uno de los pilares de esta sostenibilidad es la participación ciudadana. Y lo es porque es mejor un planeamiento imperfecto desde el punto de vista sostenible que ha emanado de la voluntad popular que uno, perfectamente redactado por tecnócratas, al margen de la sociedad a la que regula y que se incumple sistemáticamente, como ha ocurrido en etapas anteriores y muy próximas en el tiempo.
No sólo lo dice el Libro Blanco de la Sostenibilidad. Numerosas Directivas europeas hacen hincapié en la necesidad de fomentar la participación ciudadana en la redacción de los diseños urbanísticos. Razones por la que los estudios, que se realizan antes de los diseños de las ciudades, incluyen variables que fomentan la participación ciudadana. Sin embargo, las intenciones nunca van más allá de la difusión propagandística.
A los poderes económicos, que influyen en el urbanismo, no les interesa que la ciudadanía participe en las decisiones sobre cómo ha de trazarse el diseño de sus ciudades. Se enfrenta el interés ciudadano, de salvaguardar su patrimonio medioambiental y artítistico, con el interés empresarial que generan las plusvalías urbanísticas.
El patrimonio medioambiental y artístico es parte de la identidad nacional de un pueblo y un proyecto de difusión-participación ciudadana fomentar la implicación de la ciudadanía con los valores que arma su identidad.
En unas conferencias a las que asistí, se trató la vinculación que existe entre el patrimonio medioambiental y artístico con las identidades de los pueblos. Nos preguntamos en voz alta ¿cuál es la razón por la que los ciudadanos de algunos municipios esquilmen su patrimonio medioambiental, como el caso de Chiclana, mientras que otros espacios son respetados y estimados por su población?
¿Qué diferencia a los ciudadanos de Almonte de los de Chiclana? ¿Por qué los almonteños no se compran una “parcelita” en un espacio protegido? En Doñana, a diferencia de en Chiclana, se una hecho un gran esfuerzo de concienciación ciudadana, incluso en el proceso de redacción de los diseños urbanísticos; en Chiclana, no se ha hecho nada parecido a la experiencia urbanística de Almonte.
Los habitantes de Almonte entiende que Doñana es parte intrínseca de su identidad. Y cuidan de Doñana porque forma parte de sus vidas. Es parte inmaterial de sus posesiones y, por ello, no están dispuestos a permitir su deterioro. Para los almonteños, Doñana significa lo que La Alhambra para los granadinos. No sólo se abstienen de edificar ilegalmente sino que se oponen contundentemente si alguna empresa lo intenta.
Por el contrario, los habitantes de Chiclana no consideran que El Pinar forme parte de su identidad y, por tanto, no les importa su destrucción. En Almonte, la población exige a sus representantes políticos que salvaguarden Doñana; en Chiclana, reclaman que se legalicen las construcciones levantadas al margen de la ley.
Ambas realidades demuestran lo importante y útil que son la transparencia y participación ciudadana en los procesos de diseño urbanístico. Tenemos que transitar el camino que nos lleve a un urbanismo de “código abierto” o “software libre”.
Lo que significa que las planificaciones urbanísticas deben permitir a los ciudadanos comprender los porqués del diseño urbanístico para garantizar la sosteniblidad, el territorio y la identidad, así como la implicación en la gobernabilidad. Si abandonamos el urbanismo a los tecnócratas, no seremos capaces de evitar que nuestro territorio esté más influido por los intereses de los poderes económicos que por las necesidades de la población dueña del territorio.
El triángulo sostenibilidad-territorio-identidad se afianza en los proyectos de participación democrática y deberían contener los siguientes puntos:
- Difusión de los aspectos patrimoniales medioambientales y artísticos de su municipio. A través de la sociedad civil organizada es urgente crear un tejido social que tome consciencia de la importancia que implica la reordenación del territorio que habitan.
- Tiempo de reflexión para que la ciudadanía participe. Proponer un mecanismo de comunicación ágil, atractivo y bidireccional para facilitar la participación.
- Implementar modelos de interacción en los planes de diseño urbanístico en la Red: Urbanismo 2.0.
- Someter las decisiones adoptadas, entre sociedad civil e instituciones, a referéndum y/o las alternativas resultantes en el debate.
Sí, Rafa, por Almonte es que algunos descerebraetes que se aburren, les gustan más las emociones de EL DIA DE MAÑANA:
http://www.youtube.com/watch?v=nelMPk27XZg&feature=related
En Almonte no sé si es mayoritaria la opinión de salvaguardar Doñana.