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¡Va por ti compañero Pablo!

Manuela Martínez / Antonio Machado, al evocar el momento en que escuchó por primera vez a Pablo Iglesias, escribió:

“La voz de Pablo Iglesias tenía para mí el timbre inconfundible de la verdad humana. Era yo un niño de trece años; Pablo Iglesias un hombre en la plenitud de su vida. Recuerdo haberle oído hablar entonces – hacia 1889 – en Madrid probablemente un domingo (¿un primero de mayo?), acaso en los jardines del Buen Retiro. No respondo de la exactitud de estos datos, tal vez mal retenidos en la memoria. De lo único que puedo responder es de la emoción que en mi alma iban despertando las palabras encendidas de Pablo Iglesias. Al escucharle hacía yo la única honda reflexión que sobre la oratoria puede hacer un niño: “Parece que es verdad lo que ese hombre dice”… Porque antes de Pablo Iglesias habían hablado otros oradores, tal vez más cultos, tal vez más enterados o de elocuencia más hábil, de los cuales sólo recuerdo que no hicieron en mí la menor impresión… Lo cierto es que las palabras de Iglesias tenían para mí una autoridad que el orador había conquistado con el fuego que en ellas ponía y que implicaban una revelación muy profunda para el alma de un niño. De todo el discurso, en el que sonaba muchas veces el nombre de Marx y el de algunos otros pensadores no menos ilustres… sacaba yo esta ingenua conclusión infantil: “El mundo en que vivo está mucho peor de lo que yo creía. Mi pobre existencia de señorito pobre reposa, al fin, sobre una injusticia”… Mucho he pensado durante mi vida sobre esta primera meditación infantil, que debía a las palabras del compañero Iglesias”

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Es curioso cómo mucho opinador ha utilizado hoy la figura de Pablo Iglesias para criticar a la UGT. Y digo opinador porque de las palabras y mensajes “cariñosos” que le han dedicado, se deduce un desconocimiento absoluto de su vida y obra, de su legado como sindicalista comprometido con el bienestar de la clase trabajadora.  Pero, claro, eso era lo de menos, lo que interesaba hoy era aprovechar el homenaje  para meter el dedo en el ojo a Cándido Méndez y a la UGT.

Personalmente, no he querido entrar al trapo en las redes sociales. Y no lo he hecho porque entiendo que no merece la pena confrontar con quien sólo pretende hacer daño cuando te suelta eso de “si Pablo Iglesias levantara la cabeza y viese cómo está la UGT”…  Al parecer, que el gobierno se desentienda de más de 6 millones de parados, que promocione entre los inversores extranjeros la mano de obra barata y la precariedad laboral que posibilita su reforma laboral, que se haya cargado el derecho al trabajo, a la negociación colectiva, a la libertad sindical… son asuntos que hoy no le habrían llamado la atención al compañero Pablo Iglesias.

No hace mucho compartía en este blog mi opinión sobre las bondades de la crítica constructiva para cualquier organización que pretenda mantener o recuperar la buena salud. Crítica que, junto a la necesaria autocrítica, resulta imprescindible para mejorar y adaptarse a los cambios que exige la sociedad en la que vivimos.

Pero lo cierto es que este tipo de crítica “sana” es la menos frecuente. Lo habitual es tropezarse con críticas que persiguen la agresión o la destrucción de aquello que se critica y además de una manera sistemática y machacona.  No es una estrategia novedosa, desde luego, pero las nuevas formas de comunicación multiplican sus efectos nocivos hasta extremos desconocidos hasta ahora.  De hecho, es frecuente escuchar expresiones miméticas en boca de personas muy diferentes, y no sólo desde el punto de vista ideológico.

En la UGT estamos viviendo una auténtica lluvia ácida desde hace varios años.  Una crítica feroz y despiadada que, en Andalucía, ha encontrado un escenario perfecto en el que elaborar  los mantras que repiten hasta la saciedad, utilizando el caso de los EREs y los errores  en la gestión económica del sindicato, como si de una trama de corrupción sindical se tratara. El caso es meternos en el barrizal de la corrupción política y económica que campa a sus anchas por el Partido Popular y las instituciones que gestiona directamente o que están bajo su ámbito de influencia.

Estoy segura de que si Pablo Iglesias levantara la cabeza se dedicaría en cuerpo y alma a intentar neutralizar con su pluma y con su verbo la campaña orquestada por los poderosos contra el movimiento sindical de clase.

Es cierto que tenemos que mejorar muchas cosas para adaptarnos a la realidad que nos ha tocado vivir; asumir los errores que se hayan podido cometer, modificar procedimientos y depurar responsabilidades llegado el caso; mejorar la comunicación con los trabajadores, promover su participación activa en la vida del sindicato y nuestra relación con la sociedad;  ser ejemplo de transparencia y de democracia interna…

Pero todos estos cambios que algunos pretenden “vender” ahora como novedad, ya decidimos acometerlos democráticamente en nuestro 41 Congreso, y en ello estamos. El objetivo,  fortalecer al sindicato para garantizar una mejor defensa de los derechos y los intereses de los trabajadores y trabajadoras, dentro y fuera de las empresas.

Porque nuestra prioridad, como lo fue la del compañero Pablo Iglesias, no es otra que la de intentar mejorar el bienestar de la clase trabajadora y resolver los muchos problemas que tienen nuestros compañeros y compañeras en los centros de trabajo,  conscientes de que los sindicatos de clase son hoy más necesarios que nunca.

Y a eso dedicamos honradamente nuestro tiempo y nuestro esfuerzo cotidiano la inmensa mayoría de los y las sindicalistas de la UGT.  Y pese a quien pese, lo vamos a seguir haciendo.

Este es mi humilde homenaje a Pablo Iglesias, en el 88 aniversario de su muerte.

!Va por ti compañero!

@Manuela_MJ

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