Francisco Garrido. Váyase señor Iglesias y déjenos seguir con nuestras cosas, nuestra dietas, nuestros teatralillo dialéctico entre derecha e izquierda, nuestros chanchullos, nuestro ERE y nuestras Gurtel y Púnicas, nuestras tarjetas black , nuestra puertas giratorias.
Váyase señor Iglesias porque no acaba usted todavía de haber recién llegado y ya el ambiente se ha hecho irrespirable para los verdaderos señores de la política, esos que no llevan razta sino corbatas, esos que no llevan niños sino asesores de imagen y coches oficiales Váyase que todavía esta usted a tiempo de que esto no termine mal ( mal para nosotros claro).
Váyase señor Iglesias y no tendremos que soportar el mal gusto populista de recordar eso tan feo del GAL , de la cal viva y del terrorismo de Estado, que falta de educación y de formas.
Váyase señor Iglesias y no rompa usted más la cortesía parlamentaria diciendo la verdad en sede parlamentaria. ¡La verdad en el parlamento¡ que será lo próximo, así no se pueden llegar a acuerdos
Váyase señor Iglesias y déjenos con nuestras cosas que no son la de ustedes, ni las cosas de todos, sino la “cosas nuestras”, ya me entiende el sur de Italia, la familia y todo eso…
En esto una bronca despertó al diputado de provincia en su escaño y sobresaltado no sabía, a ciencia cierta, si lo había soñado o lo había dicho realmente. Pero en todo caso que a gusto se quedo diciendo por una vez en la vida aunque fuera en sueños, lo que pensaba y deseaba sin atenerse a la disciplina de partido.