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Vergüenza

refugiados

Juan Luis Blanco Cuenca

La periodista Soledad Gallego Días ha expresado en su columna de esta mañana la vergüenza que siente por la actuación de los dirigentes políticos ante la crisis producida por la llegada de miles de refugiados a la frontera de Europa con el goteo de muertes que estamos conociendo. La última la del pequeño ha aparecido en las costas de Turquía que ha removido la conciencia de una importante parte de la ciudadanía europea.

Vergüenza por su inacción, por no prever lo que se venía encima, pero no son los únicos por los que debemos sentir vergüenza.

Sentimos vergüenza por un sistema económico que prima el egoísmo de unos pocos, de gentes que acumulan fortunas de forma especulativa, que no crea riqueza que sirva para el beneficio de la humanidad, solo para los intereses de una pequeña elite, ególatra acumulativa de un dinero que no podrá utilizar en su vida.

Vergüenzas por unos economistas, en las grandes instituciones supranacionales, los cuales se consideran “gurús de la economía” como diría Bernard Maris que se han olvidado que la esencia de la economía es como conseguir que las necesidades de la humanidad estén cubiertas y no en beneficiar a las grandes fortunas a cuyo servicio se ha puesto.

Vergüenza por los líderes políticos que olvidan su deber hacia los ciudadanos para ponerse al servicio de las elites políticas. Que utilizan vergonzosamente el populismo de querer azuzar a las poblaciones contra los emigrantes, como competidores para que no nos demos cuenta que el problema está en el sistema especulativo en el que vivimos.

Vergüenza en esos sectores religiosos que incitan el odio hacia los otros, que han provocado una brutal guerra disfrazada de guerra religiosa. O aquéllos otros que solo defienden a los que tienen su creencia y expulsan a los demás, aquellos que le dedican horas a atacar al diferente y callan estos dramas.

Vergüenza por esos periodistas que han olvidado su compromiso con la veracidad para ponerse al servicio de los grandes intereses económicos y políticos.

Vergüenza de nuestra sociedad, que calla mientras esto ocurre. Se deja distraer con banalidades, dejan que los políticos, religiosos, periodistas y economistas que nos intentan convencer con juegos de palabras de de la realidad que nos llega.

Vergüenza de todos aquellos que azuza el odio, el miedo, y la pobreza y desesperación de las poblaciones autóctonas contras los que están sufriendo las guerras del sistema capitalista.

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