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Virus de gripe pandémico en lugar de estacional

ITER 3 

Amelia Nieto, Pilar Fernandez Breña  y Rafael  Fernandez Muñoz .

En unos meses llegará de nuevo el invierno y con él sus enfermedades estacionales entre las que se encuentran las producidas por los virus de la gripe. Y este año, como ecos de la temporada pasada, se plantearán preguntas acerca de la pandemia H1N1, cuya gestión y seguimiento ha generado interrogantes e incluso desconfianzas en algunos sectores de la población. 

¿Porqué esta desconfianza?, en buena medida porque en la gran expectación creada en torno a la pandemia se fue tomando como seguro que el virus H1N1 originaría un grave problema sanitario y el hecho de que no haya ocurrido así ha generado una especie de decepción. Es como si realmente estuviéramos lamentando que el nuevo virus H1N1 no haya siso tan agresivo como el virus H1N1 de 1918 y haya «matado poco», en vez de congratularnos de su «benignidad». Y sin embargo, mirando hacia atrás hay que recordar que el «nuevo virus H1N1» es un virus totalmente nuevo, que aúna componentes aviares, humanos y porcinos, por lo que, basándonos en los conocimientos disponibles en el momento de su aparición, su comportamiento y evolución futuros resultaban impredecibles, y por supuesto carecíamos de vacunas que nos pudieran proteger frente a él.

En este escenario, conviene destacar que la fabricación de vacunas, necesita de varios meses por la gran cantidad de virus que hay que crecer e inactivar y que las capacidades de la industria farmacéutica son limitadas. Así pues, antes de disponer de datos suficientes acerca de la patogenicidad del virus para el hombre, hubo que tomar decisiones sobre el número de dosis necesarias y sobre la conveniencia de hacer uso de «adyuvantes». Estos compuestos son utilizados de una manera rutinaria en diferentes vacunas, con el fin de aumentar la eficacia y permitir el uso de una menor dosis de virus. Dado que se planteó un escenario mundial de vacunación frente al nuevo virus, lo que implicaba una escala de crecimiento masivo del virus, el uso de adyuvantes fue aprobado.

Por todo ello surge la duda de si las autoridades sanitarias internacionales, representadas por la OMS, así como las nacionales, estaban actuando correctamente. Hay que recordar que el virus apareció en abril del 2009 en Méjico y que hubo que tomar decisiones dirigidas tanto a la fabricación de vacunas, como al acopio de antivirales, en un período de tiempo tan corto que no permitió a los científicos analizar la posible evolución de un virus que nunca había dejado de sorprender. Se han oído también otras voces preguntándose qué se les hubiera exigido a las autoridades sanitarias si la agresividad del virus hubiera sido mayor y no hubiéramos dispuesto de vacunas y antivirales para proteger a la población.

No cabe duda de que la producción de vacunas y antivirales a grandes escalas conlleva un aumento de los beneficios de las multinacionales farmacéuticas, pero, de verdad, ¿alguien habría renunciado a aumentar ese beneficio de haber sabido que el nuevo virus era realmente muy agresivo?. Es cierto que no fue así, pero sin duda podría haberlo sido y nadie habría perdonado a las autoridades sanitarias una falta de previsión en un escenario que podría haber alcanzado dimensiones de tragedia mundial.

En la próxima vacuna para la temporada que se acerca se ha incluido el virus H1N1 pandémico en vez del H1N1 estacional previo. Y esto ha sido así porque a pesar de su poca agresividad el virus pandémico se propagó por todo el mundo, desplazó casi totalmente al estacional, produjo enfermedad grave e incluso mató a mucha gente joven y sana y ocasionó tres veces mas mortalidad de lo habitual en niños. Por ello en este tiempo de calma, debemos evaluar y reflexionar sobre los hechos vividos, porque si en el futuro se planteara una situación similar, habría que volver a tomar decisiones nuevas frente a otro virus nuevo que generará nuevos escenarios y planteamientos. Pero contaremos afortunadamente con la experiencia de esta pandemia del siglo XXI y con más amplios y profundos conocimientos sobre el comportamiento de los virus gripales, que se han adquirido como resultado de la misma. Y en ese momento se volverá a esperar de todos nosotros colaboración responsable y eficaz.

Amelia Nieto, Pilar Perez-Breña Y Rafael Fernández Muñoz son miembros de la junta directiva de la Sociedad Española de Virologìa

Publicado en El País. 15/09/2010.

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