José Saramago…»las intenciones de las personas que habían votado en blanco no eran derribar el sistema y tomar el poder, que por otra parte no sabrían luego qué hacer con él, que si votaron como votaron era porque estaban desilusionados y no encontraban otra manera de expresar de una vez por todas su desilusión»… (de su libro «Ensayo sobre la lucidez»).
Desilusión, apatía por la “clase política”, desinterés por la actividad de los poderes legislativo y ejecutivo, desconocimiento y desconcierto por la actividad del tercer poder, el judicial (que a veces parece fuera de control). La ciudadanía empieza a caminar por libre, “al margen” del sistema constitucional de partidos que son los cauces formales establecidos para la participación política. Se abren nuevos espacios, la sociedad civil empieza a crear nuevas formas de participación política a través de la red, nuevos espacios de participación, y de creación política y social.
En lo electoral, el voto en blanco gana enteros convocatoria a convocatoria. No es un voto antidemocrático, más bien podría considerarse un voto crítico, consciente, un voto que declara la desilusión, no saber hacia donde dirigir la confianza más sagrada de un sistema democrático: el voto para elegir a los representantes en las instituciones. En fin, el ciudadano ante el reto de cambiar o variar el rumbo de la situación política general. El ciudadano ante su empeño en mejorar la calidad de la democracia, pero sin tener claro que los actuales actores políticos puedan ser cómplices en ese objetivo.
El ciudadano empieza a optar por nuevas sendas democráticas, tomar la palabra limpia, es hora de hablar, de opinar, de señalar los puntos negros del sistema. El voto en blanco no es sino una manera más de manifestar sanamente desacuerdo con lo actual. Pero es también la esperanza en el cambio, en la profundización democrática.
En las últimas elecciones catalanas de noviembre de 2010, una sociedad democrática muy avanzada, el voto en blanco alcanzó el 2,94%, con 92.331, “casi un grupo parlamentario” (con un 3% se «entra» en el Parlament (https://www.paralelo36andalucia.com/cataluna-sociedad-democratica-avanzada/)
http://www.lavanguardia.es/elecciones-catalanas-2010/20101129/54077982268/el-voto-en-blanco-roza-el-3-y-bate-un-nuevo-record-con-92-331-papeletas.html
En Andalucía es menor el voto en blanco: 47.705 (1,06%) y los nulos 28.331 (0,63%)
muy interesante el debate…habéis aportado elementos de mucho interés a la propuesta inicial que hacía. lo importante es que entre todos concienciemos de la importancia de la participación política.
Pase que nuestros enemigos mientan pero que nosotros nos creamos sus mentiras es ya es demasiado. El voto en blanco ha descendido en este siglo en las elecciones legislativas, las más significativas estadísticamente, en un 0,47%. En los procesos electorales de este siglo (2000, 2004 y 2008) se ha pasado de un porcentaje de voto en blanco del 1,58% en las elecciones generales del 2000 a un porcentaje de voto en blanco del 1,11% en las últimas generales del 2008. Desde 1977 hasta el año 2008 es cierto que ha crecido el porcentaje de voto en blanco pero a un ritmo inter-elecciones del 0,10%. ”¡Cuán largo me lo fiais¡”, que dijo el Tenorio. Todo esto si no se confirma la tendencia regresiva de la última década que es a la baja, como ya he dicho. Ni siquiera se puede decir que el voto en blanco sea progresista pues si analizamos los porcentajes por distritos electorales en un pequeña cata en las generales del 2008 en Sevilla veremos que los dos distritos con más voto conservador el voto en blanco tuvo una media una media de 1,36% , mientras que en los dos distritos con más voto de izquierda la media de voto en blanco fue del 1,23%.
Esto de que el voto en blanco está en imparable ascenso es un mito recurrente similar también al de la abstención. “Cada día vota mucha menos gente” dicen aquellos que desean que esto ocurra por que deteriora la democracia y le otorga mayorías absolutas al PP. Si confrontamos la abstención de 1977 (21%), donde el voto era casi obligatorio, con respecto al 2008 (26%) esta ha crecido sólo un 5% en 31 años. Pero si comparamos la abstención en el año 2000 (31%) con la abstención en el 2008 (26%) ha decrecido en un 5%, el mismo porcentaje de diferencia con respecto al año inicial de 1977, el que decían de la ilusión. La comparación entre 1977 (21%) y las elecciones del 2004 (24%) nos indica una subida de las abstención de 3%, que teniendo en cuenta la cuota los errores y falta de garantías del sistema electoral en 1977 la diferencia muy bien podría acercarse mucho a cero. La media de la abstención desde 1977 en las elecciones generales es del 26 % en estos 31 años. Es decir la misma cifra que se ha producido en las elecciones del 2008. ¿Dónde está el ascenso imparable?. La gráfica que se genera en las elecciones generales con los distintos porcentajes de abstención desde 1977 tiene una forma muy próxima al diente de sierra
Gracias Ángel por tus reflexiones que nos incitan a generar nuevos pensamientos e ilusiones. Ilusión es precisamente lo que mueve a los votante a depositar su voto para un futuro que consideran debe ser mejor. Un voto en blanco no aporta ninguna información nueva al sistema, a parte de la consustancial según la cual no existe ninguna alternativa adecuada para sus aspiraciones personales y sociales. Creo que las personas que quieren dedicarse a la política deben promover a la conciencia general de los ciudadanos, a los partidos políticos existentes u a otros partidos que pueden crear para que cambién o establezcan nuevas bases que estimulen el debate y la ilusión de la gente. Los debates entre las opciones ideológicas o políticas es la mejor opción para el debate general porque son en estos foros donde se generan las nuevas ideas y modelos democráticos…..Creo que paises como EEUU no son el mejor modelo político basado en el bipartidismo pero sin embargo los numerosos debates políticos que tienen lugar a lo largo del año son generadores de ilusiones a ambos lados del espectro político. España necesita urgentemente del debate público de todas las alternativas políticas y en un espacio de acceso abierto y amplio.
Querido Antonio Manuel, yo también voté en blanco y verde en las últimas autonómicas, y antes había votado en rojo, y en blanco….no creo que vote en azul. El reto es conseguir que el voto en blanco encuentre nuevas opciones que despierten su interés y acaben con el bipartidismo.
Yo voto en blanco y verde
Coincido plenamente con Rafa. Es justo lo contrario. Entiendo y justifico el abstencionismo crítico cuando no hay más opción. Pero sí existe una formación que coincide con tu ideología, el voto en blanco sólo confirma que para el votante-consumidor sólo existe lo que los medios masa quiere que exista. La mejor reacción frente al bipartidismo imperfecto es la diversidad. Y en Andalucía existe por más que las cuotas mediáticas lo nieguen.
En parte de acuerdo contigo Rafa, por eso digo que se crean nuevos espacios de participación por la sociedad civil, pero que el voto en blanco es un voto consciente, no es pasar de la participación, son ciudadanos que pueden ser ilusionados de nuevo con los nuevos espacios de participación que surjan, y ahí está nuestro reto. Gracias por tu aportación al debate.
Siento expresar mi desacuerdo. En primer lugar no creo que el voto en blanco ni la abstención avancen «convocatoria a convocatoria», basta mirar los datos electorales que están en la web del ministerio del interior. En segundo lugar, el voto en blanco favorece exclusivamente a las opciones mayoritarias que conforman este bipartidismo que ahoga la democracia y la autonomía. En tercer lugar creo que el voto en blanco no tiene relación alguna con abrir nuevos espacios democráticos, al contrario en vez de ampliar la participación y el poder de la ciudadanía, su defensa aumenta la desconfianza hacia la posibilidad de cambio democrático. Creo que el camino es el contrario, participar, implicarse votando opciones que aunque minoritarias por no tener respaldo mediático, si logran consigir el suficiente apoyo social aunque sea através del boca a boca o de internet pueden suponer una quiebra muy importante del bipartidismo, el gran tapón para una salida propia, estable y sostenible de la crisis. Justamente en esa dirección es en la que trabajamos desde la creación de P36.