Al ver el magnífico y trepidante tráiler de Wall Street, uno se plantea por qué no hacen las películas aquellos que hacen el tráiler. Si, algo así como aquello de por qué no se hacen los aviones igual que las cajas negras. La película de Olvier Stone, Wall Street, es una mala película, tramposa y cargada de un permanente chantaje moral. Las buenas intenciones de denuncia del capitalismo salvaje parecen librar al director de un mínimo de calidad cinematográfica.
Como ocurre casi siempre donde la moralina sustituye al arte y cuando el “fondo” tapa a la forma; la película es también políticamente un fraude. Podría detenerme en los múltiples trucos que usa para describir sicológicamente la crisis y la conducta de los especuladores pero eso, con ser malo, no es lo peor.
El truco central de la película comienza desde los primeros planos de la vivienda de la hija y del futuro nuero de Douglas, donde de continuo se nos muestran maquetas de parques eólicos. En la primera conversación aparecen ya, hasta en dos ocasiones, expresiones como “energía verde “ y energía alternativa”. El chico bueno, el bróker limpio, apunta desde un principio como “héroe de las energías verdes y alternativas” que se opone al petróleo de los dictadores africanos y los tiburones financieros. Un simpático científico, de pelo y bata blanca, es el aliado del chico bueno, los dos comparten un sueño: la energía verde. En una secuencia propia de los malos anuncios de detergentes los tiburones se ríen de ellos y apoyan el petróleo y, ¡sorpresa;¡ la energía solar. Pero los chinos, a modo de “ama de casa” astuta , no caen en la trampa y se dan cuenta que el futuro es la “energía verde” del chico bueno de la película.
¿Y cuál es la energía verde del chico bueno?. Pues la fuente energética termonuclear de fusión. La explicación que a mitad de la película da el chico bueno es un disparate científico que viola las dos primeras leyes de la termodinámica. El reactor que proyecta el chico bueno y el científico simpático producirá mas energía que la que introduce (primera ley) y en la transformación no se generara perdida alguna (segunda ley). La maquina del chico bueno no es en realidad “energía verde” sino el “perpetumm movile”. En algún momento de la película el chico bueno llega a afirmar que su “energía verde” es infinita.Y eso no puede ser: o verde o infinita.
El objetivo de Stone es mostrar una grosera asociación entre las energías renovables y la fusión nuclear (la palabra “nuclear” es cuidadosamente expurgada del guion y no aparece en ningún momento de la película).Se nos quiere plantear la fusión como infinita y verde y esto es falso. Podemos discutir todo lo que se quiera sobre la fusión (que hasta el momento no ha dado energía ni para encender una bombilla) pero todos estamos de acuerdo en que ni es infinita , ni es una fuente renovables (verde).
Stone, el sabrá por que y quien le paga, ha pretendió engañar a los espectadores vendiéndole “ gato por liebre”. Al final, la maldad ética es mayor todavía que la estética. El artista que traiciona su sagrado compromiso con la forma carece de cualquier fondo y es sospechoso de ser un truhan. Bueno, tampoc nos enfademos demasiado, lo mejor es que no pierdan el tiempo viendo la película pero si la ven, miren bien para que la estafa no sea completa.
- Les dejo aquí algunos enlaces con la critica ecológica a la fusión termonuclear: www.greenpeace.es www.ecologistesenaccio.org
Hola Paco, gracias por ponerme al tanto de esta película. Me imaginaba algo así y dudaba en ir a verla. Dedicaré el tiempo a otra cosa.
Saludo de un compañero desde los viejos tiempos (no tan viejos).
Muy bueno. No olvidemos que el cine, es el mecanismo de desinformación y colonización silenciosa mas poderoso en los últimos años.