Francisco Garrido.
En el proyecto de ley de Wert la religión le ha endosado una manita a la filosofía que casi desaparece de los programas de primaria y secundaria. Si finalmente se aprueba este proyecto nuestras escuelas e institutos estarán más cerca de la sacristía que del ágora. Nos alejaremos de una enseñanza para todos y todas y nos aproximaremos a la vieja escuela de la exclusión y la irracionalidad autoritaria. En la escuela la religión supone la negación de la escuela porque implica la negación del saber racional y autónomo.
La filosofía nos enseña a pensar, La religión a obedecer. La filosofía nos educa en la racionalidad, la religión en la superstición. La filosofía nos hace más libres, la religión más fieles. La filosofía nos anima a ser críticos, la religión a ser ilusos. La filosofía nos instruye a comprender y amar la realidad, la religión a temer y amar a los fantasmas.
Historia de vírgenes que son fecundadas por palomas; mares que se abren, peces y panes que se automultiplican por miles, hombres que andan sobre el agua, muertos que resucitan y hombres y mujeres que arden en el fuego eterno. Todo ese conjunto de cuentos, entre el humor y el terror, dejarán a nuestros jóvenes sin la tortuga de Zenón, sin la navaja de Occan, sin el cogito de Descartes, sin la alegría de Spinoza, sin la paloma de Kant o sin los juegos del lenguaje de Wittgenstein. ¿A dónde iremos si la que nos ayuda a pensar es sustituida por los mitos que nos censuran?
Con la oposición de pega que ejerce esta «izquierda» rociera, de romería, procesión, «charanga y pandereta», lo raro es que no se haya instaurado ya la sopa boba conventual como «arte y tradiciones populares» y la mismísima Inquisición como «expresión prístina de la singularidad del pueblo andaluz»…
En fin, reír por no llorar y los horrores que nos quedan ¡ay! aún por ver.
En el proyecto de ley de Wert la religión le ha endosado una manita a la filosofía que casi desaparece de los programas de primaria y secundaria. Si finalmente se aprueba este proyecto nuestras escuelas e institutos estarán más cerca de la sacristía que del ágora. Nos alejaremos de una enseñanza para todos y todas y nos aproximaremos a la vieja escuela de la exclusión y la irracionalidad autoritaria. En la escuela la religión supone la negación de la escuela porque implica la negación del saber racional y autónomo.