EditorialP36.20/08/2010.
El estrambótico episodio del bloqueo de Melilla y a las amenazas sobre Ceuta han servido a la sempiterna derecha española para montar el tradicional aquelarre veraniego contra el moro. Deseosos siempre de provocar y de ser provocados, recordemos la no menos estrambótica reconquista de Peregil o el brote xenófobo de El Ejido; el nacionalismo español vuelve de nuevo a reencontrarse con el fantasma de uno de sus mitos fundadores: la lucha contra el islam.
Marruecos y la figura del moro son la forma moderna de este mito actualizado en la cruel guerra de África de principios del siglos XX. El odio y la negación de los vecinos del sur está inscrito en le ADN del conservadurismo español. El origen africanista del ejército que dio el golpe de Estado de 1936 y que gobernó la dictadura fascista posterior es un signo inequívoco de este vínculo original entre nacionalismo español, derechismo y morofobia. Las guerras contra el moro han forjado el imaginario colectivo de la derecha española.
Aznar, que junto a su consabida islamofóbia ha añadido cierta tendencia a la vigorecia, no podía faltar a la cita con la historia y se ha plantado, presto en el ademan, en la misma frontera melillense. Dice que ha ido para mostrar su apoyo a la policía. ¿Qué objetivos persigue Aznar con este ridículo gesto?. Claramente: provocar y reavivara el permanente conflicto con Marruecos que tan grato es al PP y a la extrema derecha española.
Pero una estrategia de continua confrontación y criminalización de Marruecos y de inmovilismo sobre Ceuta y Melilla es un grave error que tendrá consecuencias muy perjudiciales para España, Andalucía y Marruecos. Sólo el camino de la cooperación política, económica, social y cultural con Marruecos es un objetivo sensato y posible de volver a unir las orillas del Mediterráneo, sobre cuya escisión se fundó la pesadilla española y la teocracia islamistas
El principal problema, aparte de la cruzada de la derecha del norte y la recuperación de Al Andalus de la derecha del sur, es que Marruecos es y será, por desgracia, una monarquía medieval en la que el Rey es el que hace y deshace en su propio beneficio.
No hay peor lacra mundial que el monoteísmo y las autocracias, todas se basan en lo mismo, yo tengo razón y los demás no.
Salud, y seguimos a la espera del fin de las fronteras.
Estoy al cien por ciento de acuerdo con la opinión expresada. Sólo le añadiría algo: cooperación con Marruecos sí, pero sin dejar de apoyar el derecho a la independencia y plena soberanía de la República Árabe Saharui Democrática.