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¡Yo sólo mía¡

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Tienen que cambiar la ley del aborto. La tienen que cambiar aunque con  esto consigan que haya más y peores abortos. No les importa. Tampoco les importa que miles de niños estén mal nutridos por su política de austericidio. Ni que carezcan  de becas, de casas, o de sanidad universal como resultado de los recortes y las privatizaciones  que ellos aprueban. Sólo les preocupa atar  la libertad de las mujeres. Convertirlas en exiliadas de su propio cuerpo, en sirvientas reproductivas de los rebaños divinos.

Obedeciendo las ordenes de ese tipo siniestro con cara de perverso polimorfo;  Rouco Varela,  van  a devolvernos  una ley tramposa, hecha  sólo por hombres muy hombres . Una ley  cargada de casuística jesuítica. No les importan que aborten, como tampoco les importa que se divorcien,  sino que lo hagan sin su permiso. Quieren de nuevo a las mujeres en la casa, solicita esposa, ángel del hogar, mater sirviente, esclava de su señor.

Saben que el estatus de dominación de las mujeres en el sistema patriarcal sexo-género es fundamental para mantener la desigualdad y la dominación. La ilusión de un capitalismo liberal no patriarcal,  propio de la fase hedonista y consumista, toca a su fin con la crisis. La izquierda que no entienda la centralidad de la dominación y explotación de  de género y el papel que juega el control de la libertad sexual y reproductiva de las mujeres, ni es izquierda, ni ha entendido nada. Quienes creen que esta reforma de la ley del aborto es ajena al austecidio y la crisis, tampoco.

Las guerras culturales son también materiales y se fijan en la disciplinización ( la perspectiva de la penetrabilidad que dice el feminismo) de los cuerpos y las conducta de los individuos, en especial de las mujeres, para prepararlos para el sufrimiento y el dolor seco de la opresión. Gran parte de los servicios sociales que el estado realizaba hasta ahora, pretenden que los realicen las mujeres en el futuro inmediato. Esta nueva ley del aborto tiene como objetivo final aumentar aún más el trabajo invisible de las mujeres. ¿Qué hacer con los millones de pobres y trabajadores sin educación, sin  sanidad, sin ayudas sociales?  El ángel del hogar se encargará de ello.  El resto será asunto de esos mecánicos de almas que son los curas. Que horror.

 

 

 

Un comentario

  1. Hola daniel: Gracias por comentar! La ley tampoco protege la decision del padre! Saludos!

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