Zapatero, ¿fracaso o traición?

Alejandro Sánchez/ Tras las elecciones generales de marzo de 2004, cientos de jóvenes se agolparon en Ferraz gritando “Zapatero, no nos falles”. Casi ocho años después ya no se trataba de fallos, sino de fracaso estrepitoso, que le obligaba a renunciar a un nuevo mandato y dar paso a Rubalcaba como candidato socialista en las próximas elecciones generales. Pero la última vuelta de tuerca, este pacto antinatural con Rajoy para modificar la Constitución a espaldas, no ya de sus votantes, sino de sus propios militantes, diputados y dirigentes del PSOE, ya no merece otra calificación que la de traición descarada a los principios progresistas -a estas alturas no me atrevo a calificarlos ni de izquierdas- que le auparon al poder en estas dos últimas legislaturas.

La chaladura de Zapatero es de tal calibre que estoy convencido que, de no corregir inmediatamente su posición, terminará de hundir al PSOE y su flamante candidato, y le dará alas al movimiento 15M que ya tenía prevista una gran manifestación en octubre.

Como ya ha dicho EQUO, hay muchas razones para cambiar una constitución que se ha quedado vieja en muchos aspectos, pero nunca habría imaginado que PP y PSOE se pudieran poner de acuerdo en tiempo récord para fijar en ella un techo de gasto que maniatará a cualquier gobierno, y en particular a aquellos que puedan tener principios no digamos socialistas, sino al menos sociales. Un asunto que jamás ha estado entre los muchos motivos por los que se ha discutido de reformas constitucionales (reforma del Senado, Ley Sálica, etc.) Para más “inri”, se plantea sin consulta popular y en lo más álgido del clamor ciudadano por una democracia más directa y participativa.

Es totalmente incomprensible el lento harakiri que Zapatero está perpetrando sobre el PSOE, sin resistencia por parte de sus militantes, y las consecuencias electorales van a resultarle demoledoras. Si los diputados socialistas en el Congreso no ponen inmediatamente en su sitio a Zapatero el electorado de izquierdas, ya completamente desencantado y en buena parte indignado, buscará otras opciones donde refugiarse y es más que probable que el mapa político español sufra un vuelco espectacular. Sin duda ello va a favorecer a EQUO, que a pesar de ser una formación extraparlamentaria, se va reconociendo día a día como una de esas opciones alternativas al PSOE.

Pero ante este gravísimo ataque a la democracia popular, EQUO debe alinearse nítidamente con la verdadera izquierda democrática y hacer todo lo que esté en su mano para evitar este descarado abuso de poder a tres meses de unas elecciones generales.

Un atropello sin precedentes que, sinceramente, espero que los diputados socialistas impidan. Después de todo, siempre ha sido legítimo rebelarse ante un comandante que no estuviera en sus cabales.