Esta crisis ha invalidado el paradigma de la ciencia económica común a keynesianos y liberales: que el capitalismo es inmutable porque representa el “estado natural” de la economía y que por lo tanto la producción puede seguir creciendo indefinidamente. Ninguna de las dos grandes corrientes de pensamiento económico fueron capaces de prever la crisis, su intensidad o su evolución. Sus representantes más conocidos sólo ofrecen explicaciones parciales e incluso utilizan metáforas como la del cisne negro (Nassim Taleb) que evidencian su rendición intelectual. La crisis sería un “cisne negro”, un acontecimiento altamente improbable para haberse producido pero que cuando ocurre produce consecuencias catastróficas.
Pero lo más significativo es que en la gestión de la crisis no están funcionando ninguna de las recetas del keynesianismo o el liberalismo. Estas recetas se basan en una estructura lógica que relaciona dos variables relevantes y que por lo tanto es posible la “transacción” entre ellas, por ejemplo, entre inflación y desempleo (curva de Philips) – a más inflación menos desempleo -, entre renta y tipos de interés (modelo ISLM) – a menos tipos de interés más producción -, entre costes laborales unitarios (CLU) y desempleo – a menos CLU más empleo, etc. Nada de esto funciona en esta crisis porque sus presupuestos son muy parciales e implícitamente referidos a modelos de economía cerrada, es decir, en los que hay una identificación entre mercado y estado. Como hemos expuesto en el artículo anterior, la globalización lo ha cambiado todo y ha sido el desencadenante de la crisis.
Para construir una alternativa necesitamos echar mano de las contribuciones de todas las ideologías que han tenido como objetivo desvelar el funcionamiento de la realidad social aunque se hayan centrado en aspectos parciales, pero de una importancia decisiva, que estaban ocultos como la importancia de la sociedad como fin último del sistema social (andalucismo), de la naturaleza (ecologismo), del trabajo (izquierda), de la mujer (feminismo) o de la democracia como fin en si mismo (democracia radical). Posiblemente antes de la crisis podían tener sentido como expresiones políticas desconectadas. Ahora, cuando la socialdemocracia está dejando de ser el referente intelectual de la izquierda sociológica, necesitamos tener la ambición de elaborar una respuesta completa que integre de forma sistémica todas las variables, tanto para el análisis como para una acción política “vertebradora”.
Desde esta perspectiva podemos acercarnos a una alternativa tanto al déficit público excesivo (el de Zapatero del año 2009) como a la rigidez del “equilibrio presupuestario” de la reforma constitucional pactada con el PP por Zapatero. Lo primero sería clarificar los objetivos: nuestra alternativa a la crisis se basa en la lucha por la autonomía real de Andalucía como expresión de nuestra identidad social para acabar con el paro y poner las bases (justas, sostenibles, eficientes y propias) con las que afrontar la transición hacía un sistema social viable y por lo tanto distinto al capitalismo.
La autonomía real de Andalucía en la globalización pasa por clarificar y dotar de coherencia la funcionalidad de cada una de las estructuras políticas donde estamos insertos y que implica una especie de soberanía compartida efectiva. En particular, en función de las competencias sobre las políticas económicas, defendemos que:
a) El euro es un requisito imprescindible para nuestra autonomía. Sin él estaríamos en manos por completo de la oligarquía global que controla a los mercados financieros. Pero la zona euro tiene que institucionalizarse democráticamente y asumir las competencias en política monetaria de forma coordinada con la política fiscal de los estados.
b) Los estados tienen competencias sobre una parte importante de los instrumentos de la política fiscal que tienen que coordinar con la UE (y la zona euro en particular) y con las CC.AA.
c) Las Comunidades Autónomas tienen competencias muy importante sobre las políticas que inciden en el diseño de la oferta económica. La Junta de Andalucía no puede permanecer ausente en la gestión de la crisis porque tiene competencias para convertirse en el actor público más importante para combatirla.
La clave para nuestra autonomía real es que Andalucía detente un poder político propio que se proyecte en todos los niveles políticos – administrativos. En esta reforma de la Constitución Andalucía va a estar ausente. Todos los diputados y senadores elegidos por circunscripciones andaluzas son del PSOE o del PP. Ninguno ha pedido que se consulte a los andaluces junto con el resto de electores del estado español. Ninguno está preocupado por el sentir de la ciudadanía andaluza ni por las consecuencias de la reforma para esta tierra que tiene un 30% de paro y que con estas políticas continuará subiendo sino por lo que le dictan los dirigentes centralistas del PP y del PSOE.
No tiene sentido introducir una norma fiscal al margen de las restantes políticas y dotarla de una rigidez absoluta al incorporarla a la Constitución de forma irreversible ya que será imposible alcanzar acuerdo alguno para derogarla.
A nosotros nos preocupa como objetivo prioritario luchar contra el paro en Andalucía. Las políticas económicas, incluidas las fiscales, son políticas instrumentales y no finalistas en si misma. Para luchar contra el paro necesitamos:
a) Que la moneda común esté protegida de los ataques especulativos de los mercados financieros. La zona euro tiene que tener plenas competencias en política monetaria incluida la emisión de deuda pública europea en coordinación con las emisiones de deuda del conjunto de las administraciones públicas con capacidad para emitirla.
b) Somos contrarios a la existencia de deuda y déficit por sí mismo. Cuando menos deuda (tanto pública como privada) más autonomía. Sería deseable un pacto fiscal de naturaleza federal que asuma con flexibilidad el objetivo de estabilidad presupuestaria de acuerdo con el concepto de presupuestos de estabilización, de forma que se permitiera un déficit razonable cuando haya una tasa de paro estructural importante y se compensara con superávit cuando desapareciera el paro estructural.
c) Pero lo más importante no son las cifras de déficit sino su composición: cómo se financia y en qué se gasta. Hemos defendido una reforma fiscal en profundidad de acuerdo con la realidad del siglo XXI y una descentralización del gasto para corregir desequilibrios económicos estructurales, a través de mecanismos transparentes, participativos y consensuados, cuyo contenido, por su necesaria adaptabilidad a la coyuntura, nunca debería ser materia constitucional.
d) La deuda pública española es una consecuencia de nuestro déficit estructural por cuenta corriente de la Balanza de Pagos que genera sobre todo endeudamiento privado y que, a su vez, es una consecuencia directa de nuestros desequilibrios internos, al haber impulsado el PP y el PSOE un modelo económico basado en sectores de escaso valor añadido y poca cualificación de los factores productivos. Esa es la raíz del problema y el que hay que afrontar en un contexto de estabilidad monetario y fiscal.
e) Una de las partidas deficitaria estructural es la energética. Por eso para los andalucistas es una prioridad la reconversión del sistema energético para conseguir la autonomía real lo que implica la sustitución de las exportaciones de recursos energéticos no renovables por la producción descentralizada de energías renovables.
f) Las políticas de oferta a impulsar desde la Junta de Andalucía deberían basarse en dos grandes pilares: la territorialización del sistema productivo con el objetivo de hacer a los territorios lo más autónomos posibles (no sólo soberanía – autonomía – alimentaria sino lo más amplia que se pueda) evitando las externalidades negativas que provocan el transporte de mercancías y la cualificación de los factores productivos en sentido amplio (educación, innovación, sostenibilidad)
El proyecto de reforma de la Constitución por su irreversibilidad va a marcar un antes y un después en la configuración del sistema político. Andalucía debería aprovechar la ruptura del actual status para configurar una izquierda renovada en la que todos los sectores que se oponen a las formas, contenidos y fines de esta reforma puedan encontrar una alternativa política y electoral al bipartidismo que está cerrando el sistema político justamente cuando más necesario es el pluralismo. Una izquierda que con un proyecto y un lenguaje renovado pueda derrotar a la derecha a la que con esta reforma se le ha puesto en las puertas del poder de todos los gobiernos del estado.